"Comía bien, dormía, tomaba mis medicinas, así que podía ir durante dos horas a entrenar al día. Se podría decir que era la mejor terapia. El mejor medicamento era ese. Por dos horas, no estás enferma. Es lo que amas. Es baloncesto". Este es el tremendo testimonio de Angel Elderkin, entrenadora de la Appalachian State University. Una auténtica historia Hyundai.
La preparadora ha contado su emotiva experiencia de vida en The Players Tribune. Hace casi tres años le diagnosticaron un cáncer de endometrio de grado tres que le cogió por sorpresa: "Al acabar la temporada en 2016 comencé a no sentirme bien. Mi asistente me recomendó ir al médico y allí me confirmaron que tenía "algo sólido" en mi útero. Mi oncólogo me dijo: "Angel, te hemos hecho una histerectomía y hemos encontrado cáncer"".
Angel Elderkin se había convertido en entrenadora principal del equipo estatal situado en Carolina del Norte. Una oportunidad con la que había soñado durante bastante tiempo: "Recibí la oportunidad que más quería en la vida y ahora tendría que pelear por mi vida".
Su camino comenzó como asistente de la legendaria Pat Summitt. La entrenadora de la Universidad de Tennessee es toda una referencia para aquellas que desean sentarse en un banquillo de baloncesto. "Por aquel entonces, estaba a mediados de los 40 y me dije: "Lo haré". Quería aprender de la mejor y eso me moldeó para ser lo que soy hoy".
Ahí comenzó hasta acabar como entrenadora principal, antes de recibir la noticia de su enfermedad. Angel no se vino abajo y tomó como ejemplo a su madre para salir adelante: "Pasados los 50 años, le diagnosticaron cáncer de pulmón y ella me dio una lección de vida. Trabajaba en un hospital. Se sentaba en su despacho y, cuando, llegaba la hora acudía a la quimio. Después regresaba a casa o volvía al hospital".
No siempre tienes el control de lo que te va a pasar pero puedes controlar tu respuesta
Al principio intentó mantenerlo en secreto, pero los cambios en su cuerpo no iban a pasar inadvertido para sus jugadoras. Se planteó seguir entrenando, aunque la decisión fue fácil pensando incluso en su bienestar.
"Es muy emocionante hablar sobre esto. Comía bien, dormía, tomaba mis medicinas, así que podía ir durante dos horas al día. Se podría decir que era la mejor terapia. El mejor medicamento era ese", reconoce la entrenadora, que recibió su justo reconocimiento por su actitud.
En 2017 recibió el Premio Pat Summit a la Valentía por parte de la asociación de periodistas dedicados al baloncesto. Un trofeo con el que Angel Elderkin quiso repartir méritos: "Este premio no es para mí. No hice esto sola, lo hice con la gente con la que me he rodeado. No era la quimio, no era la radiación, era el juego y la gente que está en el juego lo que salvó mi vida".
La lección que saca Elderkin de su enfermedad le ayuda a salir adelante día a día: "Por mucho tiempo, tenía miedo de no ser lo suficientemente buena. Luego eso pasó a miedo a no vivir la vida que se suponía que quería vivir y arrepentirme de cómo viví. Fue una bendición para mí".
No va sobre ganar, no va sobre perder ¡va sobre pelear! ¡Hagámoslo hoy!
Mientras, aún debe esperar y seguir con el tratamiento. En unos meses cumplirá tres años desde que comenzara el tratamiento, una fecha clave ya que a partir de ahí las probabilidades de recaída disminuyen. De todos modos, hasta los cinco años no estaría completamente curada.
Todo el mundo debería tomar las palabras de Angel Elderkin a su equipo. Con un ejemplo así, ¿quién no va a pelear?: "Cuando la cosa se pone dura, ¿piensas que te vas a venir abajo? No permitas que nada te rompa. ¡Nada! Somos luchadoras, eso es lo que somos. ¡Salid y pelead esta noche! ¡Esto es todo! No va sobre ganar, no va sobre perder ¡va sobre pelear! ¡Hagámoslo hoy!"