Ricardo Molinelli , Madrid, 2 dic (EFE).- Fernando Martín sigue vivo en la mente de los aficionados al baloncesto, y al deporte en general, 30 años después de su muerte acrecentando el mito que forjó en una corta y fulgurante carrera en Estudiantes, Real Madrid, NBA y selección española.,De Fernando se ha dicho todo. Se han escrutado sus logros, sus formas, sus gestos, su importancia, su influencia y su trascendencia.,Fernando era un competidor. En el más estricto sentido de la palabra. No podía
Ricardo Molinelli
Madrid, 2 dic .- Fernando Martín sigue vivo en la mente de los aficionados al baloncesto, y al deporte en general, 30 años después de su muerte acrecentando el mito que forjó en una corta y fulgurante carrera en Estudiantes, Real Madrid, NBA y selección española.
De Fernando se ha dicho todo. Se han escrutado sus logros, sus formas, sus gestos, su importancia, su influencia y su trascendencia.
Fernando era un competidor. En el más estricto sentido de la palabra. No podía dar menos del cien por cien en cualquier circunstancia, en un partido, en un entrenamiento, en una pachanga o en una reunión de amigos.
Y su vida, personal y deportiva, fue un fiel reflejo de esta forma de ser. No fue el primer europeo, sin formación universitaria estadounidense, en jugar en la NBA porque el búlgaro Georgi Glouchkov se le adelantó.
Glouchkov no dudó en renunciar a su selección, mientras que Fernando ni se planteó la posibilidad de no jugar con el equipo nacional en el Mundial de 1986 que se organizó en España.
Porque en aquellos años cualquiera que jugara en la NBA tenía vetados los campeonatos FIBA por haberse pasado a los profesionales, cuando Martín, sin ir más lejos, cobró menos en la NBA de lo que percibía en el Real Madrid.
Entender a Fernando Martín como persona y deportista no fue fácil, sin embargo. Fue un adelantado a su época como jugador pero su trato personal, sobre todo con los periodistas, no era especialmente agradable.
Martín era, de entrada, educado, pero también brusco, desabrido, altanero, cortante. Sólo los que lograron traspasar el círculo de seguridad que creó a su alrededor para protegerse, pudieron ver al seductor, ocurrente y brillante conversador y amigo.
Porque Martín también rompió moldes en la prensa no deportiva. Fue de los primeros deportistas que trascendió de las pistas y que tuvo foco en su vida privada. Algo que siempre llevó muy mal.
Su hermano Antonio, su mejor amigo, quizá fue el que mejor le definió en unas declaraciones de hace años: "Mezclaba el zarpazo de un oso y la caricia de un peluche".
El mito de Fernando Martín sigue vivo 30 años después.