Miki Vukovic, el primer entrenador del Valencia Basket que logró un título para la entidad falleció este viernes en Valencia, tal y como ha informado el club en un comunicado colgado en su página web. El entrenador ha faltado a la edad de 76 años. Exjugador y exentrenador, ingeniero de minas, idolatrado y querido por el baloncesto español.
“Miki Vukovic lo cambió todo”. Esa fue una de las afirmaciones más repetidas en todos los mensajes de cariño a su memoria y de dolor por su fallecimiento con los que el mundo de la canasta se volcó ayer a través de todos los medios posibles. Pero Miki no solo lo cambió todo por coger un equipo recién descendido a la segunda categoría y en cuatro temporadas ascenderlo a la ACB, convertirlo en el primer debutante en ganar la Copa del Rey y en clasificarlo para una final europea en su primera participación en competiciones continentales.
Miki lo cambió todo por el legado de ambición y de luchar sin temor a nada que ha dejado en todos aquellos que le tuvieron como entrenador y padre deportivo. Lo cambió todo al poner las bases de una entidad que ha ido creciendo hasta consolidarse entre los mejores de Europa. Lo cambió todo por la influencia que aún tiene sobre los técnicos que trabajan con los jóvenes en L’Alqueria del Basket y que se reúnen en una sala que lleva el nombre del Maestro. Lo cambió todo porque Valencia Basket no podría ser lo que es hoy sin Miki Vukovic. Esta tierra que él amaba y que nunca quiso dejar ahora le llora como uno de los nuestros aunque naciera hace 76 años en Kraljevo.
Su humildad y su bondad naturales no podían esconder la grandeza de este hombre que te hipnotizaba con su sabiduría y te hacía escucharle embobado mientras, sin saber exactamente cómo, te acababa de invitar a un café de la máquina. Cuando en 1995 aterrizó en Valencia Basket, en su palmarés ya relucían tres Copas de Europa femeninas, una plata en un Mundial con la selección femenina de su país y un buen puñado de títulos nacionales. Su reto ahora iba a ser diferente. Tendría que coger a un equipo que acababa de descender y trabajar con un joven grupo de jugadores con proyección para tratar de volver lo más rápido posible a la acb. Ponerle al frente fue una decisión que cambiaría para siempre la historia de la entidad.
Miki puso todo su empeño en hacer crecer a ese grupo de jugadores. Con una entrega absoluta que hacía que su propia familia supiera que debía respetar el proceso de análisis concienzudo que el Maestro hacía después de cada derrota. Su influencia sobre aquel equipo era tan grande que creían ciegamente en aquella “zona nostra” que ni ellos mismos sabían muy bien en qué consistía. Pero que Miki usaba siempre en el momento preciso para desconcertar al rival y acabar sumando la victoria. En la primera campaña, el ascenso. Y tras una segunda temporada de aclimatación en la acb, en la tercera se estaba preparando un bombazo.
Valencia Basket se clasificó por primera vez para la Copa del Rey para la edición de 1998 en Valladolid. El cruce de cuartos ante un TAU Vitoria que estaba intratable hizo que algunos de los jugadores solo se echaran una muda en la maleta. Pero Miki tenía otros planes. Él había levantado títulos en todas partes. Y ahora no iba a ser diferente. Tras el favorito Baskonia, cayó el anfitrión Fórum Valladolid en semifinales y en la final, con Alfons Albert e Iñaki Zubizarreta de titulares, el Pamesa Valencia se impuso al Joventut de Badalona y levantó el primer título de su historia. El Maestro nos acababa de enseñar a ganar.
La temporada siguiente llegó el estreno en Europa con la participación en la Copa Saporta. Y con cada viaje, Miki dejaba claro que le querían en cada rincón del continente. Porque allá donde fuera, siempre había alguien que le conocía que se acercaba para saludarle en el aeropuerto. Pero el viaje se fue alargando hasta encadenar quince victorias seguidas (lo que aún se mantiene como récord del Club) y plantarse finalmente en la final ante la Benetton de Treviso. El desplazamiento masivo de afición a Zaragoza no pudo acabar con el primer título continental del Valencia Basket. En su quinta temporada al frente del equipo, una nueva final, esta vez de la Copa del Rey, que se perdió ante el Estudiantes.
La etapa de Miki Vukovic como entrenador de Valencia Basket terminó en 2000. Desde entonces, nadie ha podido superar su marca de temporadas consecutivas al frente del equipo (5) ni su cifra de partidos dirigidos (231). Pero por encima de las cifras o incluso de los títulos, lo más importante que ha dejado el Maestro en el Valencia Basket es que sus enseñanzas son las que han marcado los pasos para el crecimiento constante de la entidad. Convirtiéndose en un modelo a seguir para todos los profesionales que vinieron después. Dejando una huella imborrable en las personas que trabajaron con él y que luego han extendido sus lecciones en los años posteriores a su salida.
Jaume Ponsarnau, el hombre que ahora ocupa el primer asiento del banquillo local de la Fonteta (que está a la derecha de la mesa de anotadores también por una decisión de Miki y que nunca se ha vuelto a cambiar) decía sobre él que “es un referente para todos los entrenadores de Valencia, ha dejado un legado para todos los entrenadores del Valencia Basket: los que estamos, los que han estado y seguro para los que estarán”. Rubén Burgos, pupilo de Vukovic como jugador y actual entrenador del primer equipo femenino de Valencia Basket, recuerda que “desde la primera vez que me entrenó con 16 años hasta la última hace unas pocas semanas en un entrenamiento en L’Alqueria, seguía preocupándose por mí, por enseñarme cosas, por darme consejos, como hacía con todos”.
Esa huella imborrable que dejaba Miki en toda aquella persona con la que se cruzaba es especialmente acusada en aquel grupo de jugadores y cuerpo técnico que hicieron con él el camino desde la EBA hasta jugar tres finales en tres años consecutivos y levantar la Copa del Rey. Para todos ellos, ayer se fue un padre. Como recuerda Alfonso Castilla, que empezó en el Club a las órdenes de Miki como utillero y actualmente se mantiene como delegado “para poder seguir viniendo tenía que aprobar todo y sacar buenas notas. Y Miki me reñía más que mi padre si le llevaba algún suficiente”. El eterno capitán taronja, Víctor Luengo, apenas puede expresar el dolor que le supone esta pérdida: “No puedo expresar con palabras lo que supone para mí. Nos hizo crecer no solo a nivel individual sino sobre todo como personas, para mí es un padre deportivo”.
El otro jugador que tiene su dorsal colgado en el techo de la Fonteta, Nacho Rodilla, recuerda que “para todos los que iniciamos aquel Valencia Basket fue el padre deportivo, el que hizo crecer de una manera bestial a un grupo de chavales”. Por su parte, Berni Álvarez “fue un maestro de la vida, nos enseñó a vivir para el baloncesto. Eso lo llevaremos siempre y le estaremos siempre agradecidos”.
César Alonso le considera “el artífice del crecimiento del actual Valencia Basket” mientras que Jesús Fernández le consideraba “algo más que un entrenador, nos enseñó no solo baloncesto sino otras muchas cosas de la vida que hemos llevado a la práctica” e Inaki Zubizarreta recuerda que “es una época muy dura para la Familia Taronja, en muy poco tiempo hemos perdido a dos referentes como Miki y Martín Labarta, que para todos los que les conocimos hay un antes y un después”
Aunque tuvo ofertas para seguir entrenando, Miki nunca quiso marcharse de aquí. En parte porque no quería entrenar en ningún otro sitio. También porque no quería dejar a una familia que le había dejado claro que no se movería y no le acompañaría si esos nuevos retos le llevaban lejos de la que ya era su casa. Tras una etapa como director deportivo del Ros Casares, Miki Vukovic regresó al Valencia Basket como miembro de la dirección deportiva en la recta final de su etapa profesional hasta que se jubiló en 2009. Pero dejar de trabajar no le impidió seguir dejándose caer de vez en cuando por su casa, siempre con una palabra amable, con un consejo y una anécdota que compartir. Con esa sonrisa de niño pícaro con la que te contaba la trampa táctica con la que había decantado un partido importante.
En diciembre de 2016 recibió el sentido homenaje de una Fonteta que demostró que le adoraba más de 20 años después de su llegada. Y Miki lo pudo disfrutar rodeado de sus amigos y de sus “hijos deportivos”. Como pudo sentir ese cariño hasta el final cada vez que se dejaba caer por el pabellón o L’Alqueria del Basket. Como su familia está pudiendo percibir las incesantes muestras de respeto y de dolor por su pérdida que están llegando desde todos los estamentos sociales, deportivos y políticos. Como nosotros, a cada paso adelante que demos, seguiremos recordando por siempre al hombre que lo cambió todo. Descansa en paz, Maestro