Las visitas a los abuelos son uno de los momentos más especiales que vivimos mientras los tenemos con nosotros. Quizás, son de esas situaciones que no valoramos hasta que ya no son posibles vivirlas. ¿Quién no ha echa de menos a los abuelos que ya no están entre nosotros?
Los deportistas de élite no son distintos y nos lo ha demostrado, en primera persona, el jugador del Monbus Obradoiro de la ACB, Edgar Vicedo. El alero madrileño aprovechó su viaje a la capital para jugar contra el Real Madrid y que el hotel del conjunto gallego estaba cerca de la casa de sus abuelos para organizar una visita sorpresa.
Vicedo se 'escapó' de la concentración del equipo para recorrer los pocos metros que había hasta la casa y decidió grabarlo en primera persona. Los abuelos no tenían ni idea de lo que iba a pasar cuando su nieto tocó el timbre. En un primer momento y al no esperar ninguna vista, la abuela decidió no abrir la puerta por no saber quién era 'su sorpresa'. El jugador del Obradoiro vuelve a tocar el timbre y desvela que es su nieto, a lo que su abuela contesta: "¡No me lo creo!". Lo mejor estaba por llegar.
Edgar recibía un gran abrazo al entrar en la casa que tantas horas ha pasado en su infancia. Ante la emoción de los abuelos por tener a su nieto en casa, se vive un momento mágico que hace rememorar los momentos de la infancia.
El jugador ha querido compartir este momento con ElDesmarque y ha desvelado que sus abuelos "son todo y sin ellos, no estaría donde estoy". Esta unión tan especial se cultivó en la infancia: "En mi juventud, pasé mucho tiempo en su casa y me ayudaron. Sin ellos, ahora no jugaría al baloncesto".
Unos momentos que los deportistas de élite puede vivir menos de lo que querrían: "Por mi trabajo, no puedo estar mucho tiempo en Madrid y cuando voy a jugar, quiero darles esa sorpresa".
Chaval(como decimos en Madrid) tienes un gran corazón,además de admirado deportista, lo eres como persona. Gracias por ese cariño que sientes por todos los abuelos representados en los tuyos. Cuando vengas a Murcia piensa que mi aplauso, en nombre de todos los abuelos, no te faltará.