Autocrítica en clave Athletic: Diferentes, pero no tanto

Los mas idealistas seguimos con el mantra de la exclusividad del Athletic Club en la boca. Según nuestra filosofía somos diferentes, únicos en el mundo. Eso no nos lo puede discutir nadie, y hasta ahora nos ha dado más alegrías que disgustos. Motivo de orgullo y hasta de cierta arrogancia justificable en los réditos deportivos de la apuesta, especialmente los conseguidos tiempo atrás.

Hoy es complicado y hasta diría, imposible, acercarnos a aquél palmares arrollador de cuando los 11 aldeanos eran imparables. El fútbol ha evolucionado tanto dentro y fuera del terreno de juego que una apuesta romántica como la nuestra tiene complejas aristas que la ponen en riesgo permanentemente.

Un Athletic sin nuevos títulos en la vitrina requiere de mucha didáctica y un relato de memoria histórica para asegurar la renovación de las devociones. Aun así las amenazas seguirán latentes mientras no haya mas éxitos deportivos. Nos duele decirlo pero cada vez nos parecemos más al resto, obviamente no en la genética de la plantilla pero sí en el resto de procesos que rodean al club.

Acabamos de dejar atrás unas elecciones con punto fratricida -sobre todo - en ese ambiente contaminado de las redes sociales. Somos los del “Gure estiloa” y nos gusta presumir del señorío de nuestra gente pero lo visto y leído en la larga campaña dista mucho de ser ejemplar para un club que se enorgullece de sus modos y su reputación.

Algunos esperaban al nuevo presidente vestido de maná liberador. Ganó la novedad, la revolución, la ruptura de las inercias del pasado. Vendieron otras formas de gestionar y se les compró el discurso. Los haters de Marcelino descansan liberados, los del “Capa askatu” -algunos son los mismos, no tanto.

El portazo en los morros recibido sin poder soltar la hiel contra Elizegi y Alkorta nos devuelve a nuestra realidad. El Athletic es diferente, pero no tanto. En el Athletic se queda quien quiere, pero no siempre. El escudo se besa, sí, pero a veces éstos son como los besos de Judas. Puede que a muchos se nos esté cayendo el mito rojiblanco por estas muestras de esa realidad que no queríamos ver porque desmontaba nuestra excepcionalidad mundial.

Jon Uriarte ya empieza a tomar decisiones: Elizegi, Alkorta, Marcelino, Barkala y Arechabaleta ya se han echado a un lado.

La pretemporada echa a andar y lo mejor para que la maquinaria funcione es dejar hacer a la nueva directiva. Si en la alta política se suelen conceder 100 días de tregua, aquí deberíamos aplicarnos el cuento y esperar a que lleguen los movimientos para poder calibrarlos y discutirlos. No vaya a ser que seamos diferentes al resto, pero no tanto.

• Por Ángel López Sesma, director de Onda Vasca