Iribar es cojonudo; Manu Zamora, también

Le conocía de los cromos. De ser suplente de Iribar. Como Deusto, Marro y muchos más. La sombra del ´Txopo´ era tan alargada que todos los guardametas que se arrimaban a su tronco se morían de frío…y tenían que emigrar buscando el calor entre los tres palos de otras porterías.

Juan Manuel Zamora Etxabe (Donostia, 27-11-1942 / Salou, 13 – 8 – 2015), ´Zamorita´, aguantó lo suyo antes de ´exiliarse´ en 1971 al cálido Mediterráneo, allá en Alicante, donde un club muy afamado le ofreció ser guardaespaldas del mítico Hércules durante tres  temporadas, en las que se ganó la fama de héroe tras haber salvado a su equipo del descenso a Tercera en la llamada “batalla de Armajal” frente al Cartagena y haberlo ascendido a Primera, en el 74,  agarrado de la mano de su compañero Humberto y dirigido por un entrenador llamado Arsenio Iglesias.  Internacional juvenil con la selección vizcaína y española, Zamora comenzó su periplo de portero en el Juventus (una especie de centro juvenil) y lo cerró en el Terrasa al finalizar el curso balompédico 78/79, luego de haber peregrinado por el Athletic juvenil, Barakaldo, Indautxu, Melilla, Athletic Club, Nastic de Tarragona y Hércules, entidad en la que permaneció tres temporadas, tiempo suficiente para ganarse una fama de “vasco de ley, honesto y valiente”.  Tras colgar los guantes, recaló en la Noble Villa de Portugalete al inicio de los ochenta para saber qué cosa era el banquillo ejerciendo de entrenador. Se le ofreció el juvenil del Club Portugalete y él lo tomó. Trabajó al equipo hasta hacerlo jugar ´de cine´, como él decía…y yo pude testificar. Su buen hacer tuvo premio. En la temporada 1981-1982, relevó a Manolo Aresti al frente del primer equipo jarrillero. Y en ese equipo…estaba yo. Él ya me conocía. Y yo era santo de su devoción, hasta el extremo de confesarme el primer día: “Trabaja  a tope…que antes de que lleguen las Navidades te llevo a Alicante para que el Hércules te haga una prueba”. Esa prueba no llegó.  Porque, a mitad de temporada, ´Zamorita´ puso el cargo a disposición de la junta directiva que presidía José Miguel Pérez Larrinaga, ´Larri´, y desapareció. Le podía la presión. Era un buen hombre, un hombre bueno, demasiado bueno como para pastorear las vacas sagradas del vestuario y aguantar los carros y carretas del fútbol de la Regional Preferente. A partir de ahí le perdí la pista. Hasta una década después, cuando empecé a coincidir con él  en los partidos del Athletic en San Mamés. De ese Athletic al que se vio obligado a renunciar porque, como él decía, “Iribar no coge ni un catarro”. El 13 de Agosto de este año 2015, hace poco más de un mes, algo terrible, o quizás hermoso sucedió. Dicen, los que presenciaron el suceso allá en Salou, que del cielo vieron descender unos brazos muy largos que alcanzaron a Manu Zamora, a ´Zamorita´. Lo tomaron con delicadeza y dulzura, y lo alzaron con amor, como si se llevaran a un niño dormido. Que en Lezama el arco de la Catedral tembló también cuentan. Y detallan que los brazos del raptor eran, a franjas verticales, rojos y blancos; y que las manos eran como zarpas; y que las uñas eran largas, encorvadas y muy afiladas, como uñas de león. Por lo que relatan los que vieron la escena, todo apunta a que el rapto celestial fue obra del compasivo y misericordioso Mamés, el santo de ingenieros y capuchinos. Y se comprende que así haya sido, porque debía de estar cansado el patrón de ser en la Tierra solamente un nombre. Quería protagonismo el santo, y algo más: vino a buscar al `suplente´ de Iribar, ¡a mi entrenador!, para que, desde el celeste banquillo, como “hombre de club”, con su “carácter alegre y extrovertido”, dirija (ya lo está haciendo)  al Athletic que vive allí, tan alto, desde hace 117 años. Ese ´otro´ Athletic. El ´Athletic de los ausentes´.   Por Luis María Pérez García, “Luis”, ex-jugador del Club Portugalete y periodista.