Silencio y caras largas en el regreso a Lezama tras el KO europeo (FOTOS+VIDEO)

La plantilla del Athletic Club, tras perder este jueves frente al APOEL Nicosia (2-0) y quedar apeado de la UEFA Europa League, regresaba este mediodía a Bilbao y se diría directamente a Lezama para intentar recuperarse de la decepción sufrida en Chipre y empezar a preparar su próximo partido, el de este domingo ante el Granada en San Mamés, un choque crucial para no perder el tren de los puestos europeos.

Los rojiblancos arribaban a las instalaciones deportivas en autobús en torno a las 14:35 horas tras un viaje de cuatro horas que se antoja que tuvo que ser lo más parecido a un velatorio. Poco más de media docena de seguidores rojiblancos esperaban la llegada de los de Valverde a Lezama para insuflarles ánimo. Un ikurriña con el lema 'Athetic beti zurekin' representaba gráficamente el apoyo a los leones.
Antes de que el grueso del equipo saltase al verde, Aritz Aduriz corría en solitario y a buen ritmo para tratar de acelerar la recuperación de su lesión muscular en los isquiosurales y estar cuanto antes a disposición de su equipo, que sin duda le necestita. Aymeric Laporte, por contra, no salía al exterior, lo que hace peligrar su concurso ante el Granada después de que causase baja en Chipre por una contusión en la cresta ilíaca.
Tras la retirada del ariete, la plantilla rojiblanca hacía acto de presencia sobre las 15:00 horas. Primero saltaban los jugadores que fueron suplentes o no jugaron en el GSP Stadium. Luego, lo hacía los titulares. Caras largas, semblante serio y una ausencia notable, la de Óscar de Marcos. El lateral de Laguardia no finalizó el partido ante el APOEL y fue sustituido en el minuto 78 por Sabin Merino.
A las órdenes de Aitor Iru había 'overbooking', con cuatro porteros, Gorka Iraizoz, Kepa Arrizabalaga, Álex Remiro y Unai Simón trabajando bajo su mando.   
Apenas treinta minutos de trabajo de recuperación para los 11 titulares de Nicosia, que abandonaban el verde en silencio y cabizbajos. Valverde dividía al resto de sus jugadores para organizar un partidillo en campo reducido, con Remiro y Simón bajo palos. Iñigo Lekue se lucía con un golazo que ponía la única nota brillante a un entrenamiento de ánimo sombrío.