Con las primeras cuatro etapas del Giro de Italia ya disputadas, el ciclista Tadej Pogacar se reafirma como uno de los grandes favoritos para coronarse en lo más alto del podio en Roma, donde culminará como suele ser habitual la gran carrera ciclista italiana.
Es cierto que el esloveno debuta en la 'Corsa Rosa', pero no es menos cierto que siempre que ha disputado una de las grandes vueltas ha terminado entre los tres primeros. Así que, tanto por su gran trayectoria como por su crecimiento exponencial, Pogacar indudablemente partía con ese cartel que le coloca como uno de los máximos aspirantes para acabar vistiendo la Maglia Rosa al final del Giro.
Ahora bien, pocos podrían esperar, atendiendo a los perfiles de etapa y a la voracidad que tienen los velocistas en este tipo de recorridos, que desde la segunda etapa, Tadej ya se vistiera de rosa y comenzara a implantar su sello en una carrera en la que aún no había participado.
Sobre todo, lo realmente destacable es el desparpajo con el que el esloveno se está moviendo en el pelotón. Unas ganas de revolucionar la carrera que no tardaron en aparecer ya desde el primer día de competición, donde en el tramo final Pogacar intentó hasta tres ataques para descolgar a sus rivales. Sin embargo, el colombiano Jhonatan Narváez surgió como protagonista inesperado no solo para aguantar los arreones del esloveno sino para arrebatarle la victoria en la línea de llegada con un emocionante sprint en el que Schachmann se coló entre ambos, finalizando en segunda posición.
No obstante, el liderato en la general solo le duraría un día al colombiano, pues Pogacar ofreció una nueva exhibición en el Santuario de Oropa donde, en esta ocasión, no permitió que nadie le arrebatara el triunfo y la primera posición en la clasificación general llegando a la meta en solitario. Y eso que a falta de 11 kilómetros tuvo que hacer un esfuerzo extra para reincorporarse al pelotón tras sufrir una leve caída por un pinchazo.
Este pasado lunes, ya con la Maglia Rosa en su poder, todo hacía presagiar que 'el canibalito' (como lo apodó Eddy Merckx) permitiría una jornada tranquila ya con el liderato en sus manos. Pero no contento con sus movimientos en las dos primeras etapas, volvió a sorprender en una etapa a priori reservada para los sprinters.
"No ataqué, seguí la rueda. Era una buena situación: Mikkel Honoré, Geraint Thomas y yo intentamos seguir adelante pero nunca creí que pudiéramos llegar a la meta. Thomas intentó tirar también al final, lo que me sorprendió mucho. Lo intenté, pero a 400 metros de meta vi todavía un largo camino por recorrer, fue demasiado", comentaba el líder tras la etapa.
Tal ha sido la intensidad y el ritmo endiablado de estos días que incluso el propio Geraint Thomas no le quedaba otra que tomárselo con buen humor. Así, el inglés publicaba en sus redes sociales una imagen con Pogacar en la que le lanzaba un divertido mensaje: "Vale hijo, ya te has divertido. ¿Podemos tener un día agradable y tranquilo mañana?".
Por su parte, el esloveno no tardó en interactuar con su rival y contestó: "¿Atacamos mañana desde la salida?". Sin embargo, el esloveno escribía con ironía ya que, por fin para sus rivales en el cuarto día no se produjo el ataque del líder; pero ni mucho menos llegaría la ansiada tranquilidad en una etapa que acabó la victoria del velocista Jonathan Milan tras 190 kilómetros a una velocidad media de 44,5 km/hora.
En definitiva, el esloveno promete seguir dando espectáculo en la gran vuelta italiana, así como buscará que otros favoritos no le aparten de su gran objetivo, tratando de ese modo de seguir manteniendo su exultante supremacía en un inicio de temporada en la que cuenta con números espectaculares: siete victorias en diez carreras disputadas.