En Maserati están más que preocupados. De hecho, está al borde del colapso. Tanto es así que el nuevo CEO de la compañía, Mike Manley, tiene en mente implementar una serie de cambios para revertir una situación que está dejando al fabricante italiano perteneciente al grupo FCA muy tocado.
La bomba a punto de estallar
Y es que los números no engañan. Las previsiones que se marcaron el año pasado de cara ha este 2018 establecían en unos 75.000 vehículos la cifra buscada en ventas. Bien, está a punto de acabar el año y ya la han rebajado hasta los 50.000.
Lograrlo, de hecho, sería un milagro. Y es que hasta durante los tres primeros trimestres del vigente año Maserati tan sólo ha vendido 26.400 coches, de tal manera que tendrían que vender 23.600 para llegar a esa cifra.
Una cifra, recordemos, que ya había dio rebajado. Un desastre. Es más, y de ahí la preocupación, el tercer trimestre de 2018 se acabó cerrando con una caída de más del 87 por ciento respecto al mismo trimestre del año 2017, dejando así un mísero 2.4 por ciento de beneficio.
Los planes para darle la vuelta a la situación
Unas cifras que en Ferrari intenta tapar pero que, como es obvio, no pueden. De hecho, cuentan desde dentro que la idea de ir de la mano en cuanto a planificación junto a Alfa Romeo, el hecho de que los diésel están siendo ‘demonizados’, la nueva normativa WLTP y la bajada en el mercado chino no han ayudado en nada.
Pero Manley tiene un plan, y eses pasa por, al contrario de lo previsto, darle un empujón al diseño y a la fabricación de los nuevos modelos de tal manera que lleguen antes de lo previsto.
Copiar a Ferrari, con su tecnología y sus prestaciones volviendo a ser así una marca que fabrique menos pero más caro, aumentará los beneficios. O al menos esa es la idea. Veremos si da resultados. De ahora en adelante vienen cuatro años, hasta 2022, donde la marca italiana se juega su futuro. Literalmente.