Durante muchos años ha existido la creencia de que los productos (y los coches) chinos son de menor calidad que los que se fabrican en otros países del mundo. Una fama que se han ganado a pulso en el gigante oriental. Y es que hasta hace pocos años se dedicaban a copiar los productos japoneses, europeos y estadounidenses ofreciéndolos a un precio inferior.
Sin embargo, también se han ganado a pulso que muchos clientes empiecen a dejar de tener esta concepción. En los últimos años los productos chinos han mejorado en gran medida. Buena prueba de ello es que muchos modelos que llegan de China consiguen las mejores puntuaciones en pruebas de seguridad. Y es por eso que marcas como Seat, Peugeot, Renault y compañía empiezan a estar asustados.
En este sentido, cabe decir que muchos coches que venden marcas japonesas, europeas y estadounidenses se fabrican en China. Y muchas participaciones de dichas empresas son de origen chino. Y por todo ello hasta los principales fabricantes ya reconocen el buen trabajo que están realizando las marcas chinas.
Por ejemplo Carlos Tavares, CEO de Stellantis, cuarto fabricante más importante del mundo. “La diferencia de precio entre los vehículos europeos y chinos es significativa. Y si no cambia nada en la situación actual, los clientes europeos de la clase media recurrirán cada vez más a los modelos chinos. El poder adquisitivo de muchas personas en Europa está disminuyendo notablemente”, reconocía el ejecutivo.
Una diferencia de precio a la que también se refirió Patrick Koller, presidente ejecutivo de Forvia. En unas declaraciones a Reuters, reconocía que la fabricación de un coche chino es 10.000 euros más barata de lo que cuesta un coche fabricado en otra parte del mundo.
Asimismo, según un estudio de JATO Dynamics, desde 2015 el precio medio de un coche ha aumentado desde los 48.942 euros hasta 55.821 euros en Europa. Y en Estados Unidos ha pasado de 53.038 a 63.864 €. Mientras que en China han pasado de los 66.819 euros a 31.829 euros.
Unas diferencias que tienen mucho que ver con la experiencia que arrastra China en las nuevas tecnologías, y que a estas alturas ya les ha permitido amortizar la inversión. Todo lo contrario que a las marcas europeas, que todavía están en pañales en materia de coches eléctricos.