Sabemos que llenar el depósito de tu fiel compañero de cuatro ruedas puede parecer un simple acto, pero hay más ciencia de lo que muchos piensan. Si quieres exprimir hasta la última gota de ese precioso combustible y evitar derramamientos, sigue leyendo, porque aquí te traemos los secretos para llenar tu tanque como un verdadero profesional.
Vamos a ponernos técnicos desde el principio. La regla número uno está en la velocidad del llenado es clave. Si tu tanque está más vacío que la batería de tu smartphone al final del día, empieza con el gatillo a fondo. Acelera ese proceso. Y a medida que el tanque se vaya llenando, empieza a soltar el gatillo. Esto evitará que te encuentres con un mar de espuma en los litros finales.
¿Por qué es importante evitar la espuma? Seguramente habrás notado ese ‘zas’ cuanto el depósito está casi lleno. Ese pequeño paro es el mecanismo de seguridad. Está ahí para evitar que el combustible se salga. No obstante, puede estar jugándote una mala pasada. Es la presión la que desencadena este mecanismo, y en ocasiones podría venir de la espuma. Eso significa menos espacio de llenado. Sobre todo en los modelos diésel, ya que es un combustible más denso. Así que si eres de los que prefiere llenar el depósito al máximo, ten en cuenta esta batalla extra contra la espuma y aplica las técnicas.
Asimismo, es recomendable no esperar a que la luz de la reserva se encienda para ir a la gasolinera. Y es que cuanto más espacio libre hay en el depósito, más fácil será que se evapore el combustible que queda. Lo mejor que puedes hacer es llenar el depósito antes de que llegue a la mitad.
Más allá de eso, llenar el depósito no debería tener más complicación. En cualquier caso, evita cuanto puedas derramar combustible fuera del depósito. Puede dañar la pintura o incluso causar un incendio.