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El coche nunca visto en Europa que podría destronar a Dacia

Dacia

Luca de Meo, el presidente de Renault y también mandamás de ACEA (la asociación de fabricantes europeos), está lanzando una propuesta que podría revolucionar el mercado automovilístico. El italiano ha vuelto a la carga con la idea de importar a Europa los famosos Kei cars japoneses, modelos ultra compactos y económicos que podrían cambiar el juego en el Viejo Continente.

Los coches eléctricos pequeños y asequibles están siendo un auténtico quebradero de cabeza para las marcas. Las baterías eléctricas son costosas, y eso eleva el precio de los vehículos, haciéndolos menos atractivos para los consumidores. Además, la autonomía de estos coches de dimensiones reducidas aún no es la ideal. La solución al problema que propone De Meo pasa importar la fórmula de los Kei cars japoneses, un tipo de coche que es todo un fenómeno en el país del sol naciente.

Luca de Meo propone los Kei cars como nuevos coches de bajo coste

Los Kei cars tienen unas medidas específicas, con unos 3,4 metros de largo y 1,48 metros de ancho, y un motor con una potencia máxima de 64 CV. Y según el ejecutivo, "este es el ejemplo perfecto de lo que deberíamos poder hacer en Europa". El plan es adaptar las reglas para que estos microcoches puedan circular y convertirse en la estrella del asfalto.

Kei car

El problema es que en Japón, los Kei cars son regulados como coches corrientes, pero en Europa las cosas son diferentes. Aquí las reglas exigen a los fabricantes que los coches ofrezcan un diseño que permita que, en caso de atropello, el peatón no termine debajo del paragolpes. Y ello impide que los coches tengan las medidas de un Kei car, pues los fabricantes se ven obligados a crear modelos más largos.

De Meo, por su parte, pide que flexibilicemos un poco las reglas y dejemos que los Kei cars japoneses hagan acto de presencia por estas tierras. ¿Serán estos microcoches la respuesta a los problemas de movilidad y precios elevados de los coches eléctricos pequeños? Solo el tiempo lo dirá, pero la idea de importar un poco del encanto nipón a las carreteras europeas suena como una aventura interesante.

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