El sistema famoso Start & Stop se ha vuelto obligatorio colación de las nuevas normativas que buscan reducir las emisiones contaminantes de los vehículos. La idea detrás de este invento es simple: disminuir el consumo de combustible y las emisiones al reducir el tiempo que el motor está en marcha. Sin embargo, detrás de todas estas bondades, se esconden algunos problemillas no tan agradables.
En términos sencillos, el Start & Stop apaga el motor cuando te detienes en un atasco o en un semáforo. Pero solo apaga el motor. El resto de sistemas del coche, desde los frenos hasta la dirección asistida o la ventilación, siguen en funcionamiento.
El Start & Stop no funciona en cualquier situación. Necesita que el motor tenga una temperatura mínima, que la batería esté cargada y que la demanda eléctrica no sea excesiva.
Cuando decides retomar el camino y pisas el embrague o el acelerador, según sii el cambio es manual o automático, el motor se vuelve a poner en marcha, rehaciendo la maniobra de arranque. Ello conlleva algunos inconvenientes a largo plazo.
Por un lado, el motor de arranque y el alternador están sufriendo más de la cuenta. Se desgastan más rápido de lo habitual. Por otro, la batería tiene que mantener todo en funcionamiento, lo que genera más estrés a la misma. Cabe decir que los fabricantes tienen esto en cuenta y fabrican elementos más resistentes. Sin embargo, estos son más caros cuanto toca cambiarlos.
En este sentido, cabe decir que los estudios, un motor común aguanta unas 50.000 maniobras de arranque sin problemas. Pero, amigo, cuando le pones el Start & Stop, esta cifra se dispara hasta el medio millón. Aun así, ello no impide que surjan problemas antes de lo esperado en los elementos mencionados. Además, no está probado que este sistema aporte tanto como dicen a la reducción de emisiones.