La Unión Europea ha tomado una decisión firme: imponer aranceles a las marcas chinas que comercializan coches eléctricos en el continente. Este movimiento surge a raíz de sospechas sobre posibles subvenciones del gobierno chino a estos fabricantes, permitiéndoles vender a precios más bajos que las marcas europeas.
A finales del año pasado, la UE envió emisarios a China para evaluar si estos fabricantes operaban con subsidios. Great Wall fue el primero en ser evaluado, seguido por SAIC, Geely y BYD. Aunque las conclusiones del estudio aún no se han publicado, ya se conocen algunos detalles. Y a partir de ellos, se espera un aumento en los aranceles para los coches chinos a partir de junio, posiblemente hasta el 20 por ciento. Cabe decir que actualmente se sitúan en el 10%, mientras que las marcas europeas pagan un 18% por vender sus modelos en China.
Este aumento en los aranceles significa que los coches chinos serán más caros en Europa. Por ejemplo, un BYD Dolphin que actualmente cuesta casi 38.000 euros podría llegar a costar más de 41.000 euros, según las estimaciones. Otros como el MG ZS EV, que actualmente arranca en 33.690 euros, se situaría sobre los 36.385 €.
Aiden He, director de SAIC en Europa, ha expresado su preocupación por esta situación y señala que la decisión proviene de la UE. “Es una decisión de la UE, no sé si sucederá ya en junio, pero llegará. Podemos verificar nuestros costes y ver qué podemos hacer para reducirlos. Hay muchos rumores por todas partes, pero tenemos que estar preparados”. Ante esta situación, propone que los gobiernos se sienten y discutan esta cuestión, ya que considera que es una cuestión de negocios más que política.
Una posible solución para evitar los aranceles es construir fábricas en Europa. Aunque llevaría tiempo, entre dos y tres años, esta opción permitiría a los fabricantes chinos esquivar los aranceles y ahorrar en costos de transporte desde China.
El jefe de SAIC sugiere incluso la posibilidad de colaborar con marcas europeas como Volkswagen. Sin embargo, esto podría resultar difícil ya que las marcas europeas suelen ofrecer productos específicos para el mercado asiático, lo que complica una colaboración mutua.