El Volkswagen T-Cross es un modelo que, por mucho que en la mayoría de mercados se sitúe por detrás del T-Roc en cuanto a ventas, puede presumir de ser una opción también muy exitosa.
De hecho, este modelo es uno de los más vendidos de la marca en Europa, de ahí que en Volkswagen se hayan tomado muy en serio la actualización de mitad de ciclo, una puesta a punto para ponerlo al día a nivel de diseño y tecnología.
Siendo como es un modelo pensado para moverse por entornos urbanos e interurbanos, no es que necesite un gran motor muy potente, entre otras cosas además porque tampoco está pensado para familias que necesiten mucho coche, de ahí que la mecánica intermedia sea la más interesante.
Por encima de la de gasolina de 95 caballos de potencia y por debajo de la de 150 caballos, el motor 1.0 TSI de 110 caballos de potencia es una opción más que válida, sobre todo si la unimos a la transmisión automática DSG de 7 velocidades, uno de los mejores cambios automáticos del mercado.
El problema en este caso es que, si bien es cierto que a nivel de prestaciones y sobre todo de consumo este motor es ya más que suficiente, no son pocos los que prefieren tener un motor un poco más potente y, sobre todo, con mejores prestaciones.
Es ahí donde aparece el 1.5 TSI de 150 caballos asociado al cambio DSG, una mecánica que no es tan eficiente en lo que se refiere a consumo pero que ofrece ese extra perfecto para afrontar cualquier tipo de situación o de maniobra sin ningún tipo de problema y de una forma más segura.
No es casualidad entonces que, por mucho que el de 115 caballos sea la opción más equilibrada, no sean pocos los que obtén por el motor más potente aunque evidentemente implique un mayor gasto.