El Mazda CX-30 es uno de esos modelos que, si bien es cierto que no puede presumir de tener ni de lejos las mismas cifras de ventas que tienen algunos de sus rivales directos, es una vida perfecta para aquellos conductores que buscan algunos de los beneficios propios de un SUV pero a la vez no quieren renunciar a una dinámica de conducción más propia de un compacto.
La marca japonesa, como suele ser habitual en su caso, ha sabido combinar además muy bien aspectos como la deportividad, la elegancia y la tecnología de la mano de un modelo que, evidentemente, no es el indicado para todo tipo de conductor.
Es más, no es un pocos los que aseguran que, aunque evidentemente el precio sea mayor, el modelo que se sitúa un escalón por encima acaba siendo una opción más práctica en todos los sentidos.
Y es que cabe tener en cuenta que el CX-5 es una opción más familiar, es decir, de mayor tamaño, con mayor habitabilidad, con mayor capacidad de carga y también más potente y mejor dotada a nivel de tecnología, por lo que, por mucho que sea una opción más cara, muchos la sitúan por delante de un CX-30 quizás más pensado para aquellos que no necesitan tanta polivalencia.
Lo mejor es el caso del modelo japonés es que este CX-5 llega de serie muy bien dotado, con un motor de gasolina de 165 caballos de potencia asociado con un sistema de micro hibridación ligera y mucha tecnología ya desde su acabado más sencillo.
La diferencia de precio entre estos dos modelos rondan los 6.000 euros, por lo que, ellos conductores que no necesiten un modelo tan familiar, pueden hacerse con un CX-30 sin ningún tipo de problema, entre otras cosas porque sigue siendo un modelo muy atractivo.