Septiembre es el noveno mes del año, sin embargo, para la cultura española es como un nuevo comienzo de este. Esto significa que psicológicamente se está en el momento óptimo para retomar los propósitos de año nuevo que se abandonaron hace meses.
“Año nuevo, vida nueva”, es una frase que todos hemos oído o dicho alguna vez cuando se acerca el 1 de enero. Este dicho hace referencia a los cambios de rutina y nuevos objetivos que se plantean empezar con la entrada del nuevo año.
Es cierto que son muchos los que empiezan enero cumpliendo todos estos propósitos, sin embargo, son los menos los que siguen adelante con ellos tras el paso de las semanas. Este abandono tan común tiene una explicación.
La mayoría de los españoles suele disfrutar de sus vacaciones más largas durante los meses estivales de julio y agosto. Además, debido a las condiciones climáticas del país, en verano, muchos trabajos, y colegios durante el mes de junio, adelantan su horario laboral al tener jornada intensiva.
Debido al parón laboral, y por ende de la rutina, durante varias semanas o incluso un mes, en algunas ocasiones, el cerebro es capaz de “desconectar” de la vida habitual.
“Las vacaciones de verano producen una ruptura en la forma de vida, por lo que sí que podemos decir que estamos psicológicamente mejor preparados para abordar un cambio de rutina en septiembre que en enero”, explica la neuropsicóloga Alba García.
Junto a las vacaciones, también destaca que el calendario escolar, que empieza en septiembre y acaba en junio, tiene un papel muy importante, ya que no lo siguen sólo los colegios sino también las escuelas de idiomas, de actividades deportivas, cursos culturales, artísticos…
Aunque no se está de vacaciones durante todos los meses de verano, tener que cuidar de los hijos porque no tienen colegio, las escapadas de los fines de semana, el buen tiempo, los días más largos... también afectan a los hábitos establecidos durante el resto del año.
De esta forma, aunque se haya disfrutado de las vacaciones de verano en el mes de julio, hasta que no llega septiembre el cerebro no asimila la vuelta a la rutina, y por ende, la posibilidad de asimilar más fácil la vuelta a una nueva rutina.
Comparándolo con el inicio del año nuevo real, es decir, el 1 de enero, durante las navidades son muy pocos los trabajadores que suelen tener vacaciones, exceptuando los días festivos nacionales. Esto significa que la rutina no se rompe y el cerebro no desconecta del ámbito laboral.
Las extraescolares y colegios tampoco empiezan desde cero, sino que simplemente continúan por donde se habían quedado.
Aunque en España es así, esto no pasa en todos los países por igual, sino que en función de la cultura de cada uno, sus ciudadanos están psicológicamente preparados para iniciar un cambio de rutina en unas u otras épocas del año.