La semana pasada, Borisa Simanic, jugador del Casademont Zaragoza, recibió un fuerte codazo en el riñón durante el partido del Mundial entre Serbia y Sudán del Sur.
Tras el golpe, los intensos dolores no le dejaron seguir jugando. De hecho, en seguida fue examinado en un hospital de Manila y operado de urgencias esa misma noche.
Días más tarde, el médico de la selección serbia, Dragan Radovanovic, ha comunicado que este domingo, el jugador tuvo que someterse a una segunda intervención para extirparle el órgano debido a una serie de complicaciones.
Los traumatismos renales cerrados, es decir, aquellos en los que visualmente no se percibe ningún tipo de herida, suelen producirse sobre todo en accidentes de tráfico, caídas, agresiones y deportes de contacto, como en este caso, el baloncesto.
El 85-90% de las lesiones en el riñón por una violencia externa son cerradas. Estas pueden originar daños en los vasos renales y provocar una trombosis en la arteria renal, rotura de la vena renal o pérdida de una parte de la estructura del riñón.
Tras una fuerte lesión en la zona renal, la primera hora de atención por especialistas, es muy importante. Esta debe consistir en la evaluación rápida de las lesiones y la reanimación basada en las prioridades establecidas por el “American College of Surgeons”, Acute Trauma Life Support Program.
Sangre en la orina, dolor, hematomas y abrasiones entre la zona lumbar y las costillas inferiores, distensión y dolor en la masa abdominal son los signos más comunes que indican la posibilidad de afectación renal.
El 98% de las lesiones en el riñón por traumatismos se pueden manejar sin cirugía. Sin embargo, a medida que aumenta la gravedad de estas, la exploración quirúrgica es conveniente.
Incluso en los traumatismos renales más graves o a raíz de complicaciones, como en el caso de Borisa Simanic, se puede llegar a la extirpación del riñón de forma completa o parcial cuando la vida del paciente se ve amenazada por el intento de recuperación del órgano.