Se podría generalizar y afirmar que todo el mundo sabe qué son las patas de gallo, aquellas arrugas que aparecen en la parte externa de la órbita del ojo hacia a la sien debido a la contracción del músculo orbicular, sin embargo, son los menos los que saben por qué aparecen realmente. En resumen se podría decir que son fruto de una buena vida, es decir, de sonreír y reír mucho, aunque obviamente no se puede generalizar.
Lo que está claro, teniendo en cuenta que las tres profesionales con las que ha hablado ElDesmarque coinciden en esta cuestión, es que las patas de gallo, técnicamente llamadas arrugas perioculares, son líneas de expresión que pueden aparecer en los laterales de los ojos a lo largo de la vida, pero no tienen una edad concreta.
La forma de gesticular, los hábitos y el tipo de piel de cada persona son las características fundamentales que condicionan la aparición más o menos tardía de dichas arrugas.
La médico estético y miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), Petra Vega López, diferencia dos tipos de agentes que condicionan la aparición de las patas de gallo.
Por un lado sitúa las condiciones incontrolables, que son:
Por otro lado, en cuanto a las condiciones controlables principalmente la médico destaca el tabaco y la falta de protección ante el sol -son las condiciones que más evidencia científica han mostrado- porque "hacen que la piel tenga menos fuerza y elasticidad, entonces esta se engancha más al músculo y se contrae más".
También podrían añadirse a este segundo grupo una falta de higiene facial diaria y una mala alimentación.
En cuanto a esta cuestión, las fuentes consultadas por ElDesmarque difieren. La doctora de SEME afirma que la edad no importa. "Hay personas a las que se les empiezan a marcar a una edad muy joven, mientras que hay ancianas que no tienen ni una".
Sin embargo, tanto Paloma Borregón Nofuentes, dermatóloga especialista en estética y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), como Sandra Calderón García, esteticista y maquilladora, indican que la edad también es un factor importante, junto con el resto de condiciones mencionadas anteriormente.
La dermatóloga señala que "cuando somos más jóvenes la piel es elástica y no se arruga". "Con el paso del tiempo las células van envejeciendo y la producción de colágeno -proteína fibrosa del tejido conjuntivo, de los cartílagos y de los huesos- es más escasa. Esto hace que ciertas zonas del rostro se sequen y perdamos hidratación, firmeza y elasticidad en la piel", explica Sandra.
Aunque por otro lado, la esteticista también refleja que trata a muchos pacientes de diversas edades y "aunque el paso del tiempo y la genética es un plus, no siempre es así".
Antes de profundizar en los tratamientos para reducir o retrasar la aparición de las patas de gallo, la miembro de AEDV indica que "lo principal es la protección solar desde la infancia para evitar la pérdida de colágeno. Además, para evitar hacer gestos es importante ponerse gafas de sol o gafas de ver para no contraer de más el músculo".
La esteticista añade que una correcta rutina facial "es el secreto para envejecer jóvenes".
Una vez que empiezan a aparecer, la miembro de SEME diferencia tres tipos de tratamientos: