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¿Cómo impacta el plástico en la salud? Esto es lo que muestra la evidencia científica

El plástico acaba penetrando en nuestro organismo.

La marea de pellets de plástico en la costa cantábrica a consecuencia del vertido del buque Toconao ha suscitado infinidad de reacciones sobre su impacto en la salud humana, pero ¿qué nos dicen quienes realmente han hecho estudios científicos y comprobaciones?

La ciencia demostró hace décadas que el plástico que acaba en el medio ambiente o el que contiene o envuelve nuestros alimentos o bebidas, acaba penetrando en el cuerpo humano y, con él, los tóxicos que pueda contener.

Un informe de la Universidad de A Coruña ha identificado hasta 14 elementos tóxicos en muestras de pellets recogidas en una playa de Muxía.

Los científicos han dividido las partículas de plástico halladas en casi todos los órganos, tejidos y membranas del cuerpo humano en dos tipos: microplásticos -menos de 5 milímetros- y nanoplásticos -diámetros inferiores a 0,001 milímetros-.

Aunque para los ritmos del conocimiento científico el impacto del plástico en la salud es todavía un campo donde casi todo está por descubrir, estas son algunas de las evidencias clave.

Microplásticos en recién nacidos

Muchos bebés ingieren microplásticos desde que están formándose en el vientre de la madre, y/o los beben en la leche materna, según demostraron dos investigaciones sucesivas de un grupo de científicos italianos especializados en la materia de los hospitales de Fatebenefratelli (Roma) y Bolognini (Bérgamo), y de las universidades de Ancona y Pavía.

'El río rojo de la vid' también los contiene

Un proyecto de investigación holandés, Immunoplast, se convirtió en el primero en demostrar que el torrente sanguíneo, una especie de 'río de la vida' del cuerpo humano, contiene partículas micro y nanoplásticas.

Las muestras de sangre de 18 de 22 donantes anónimos participantes en el estudio contenían plástico, lo que, a juicio de las investigadoras lo consideraron una "amenaza para la salud pública".

Su presencia en el torrente sanguíneo fue la pista clave que condujo a los científicos a revelar su capacidad para 'burlar' el control de seguridad del cerebro -la barrera hematoencefálica-, y provocar en él un estado de inflamación continuo similar al que crean enfermedades degenerativas, como la enfermedad de Parkinson o de Alzheimer.

Piezas de PET, polipropileno y resina en el pulmón

Otro grupo de investigadores de la Universidad británica de Hull, en York, constató la presencia de partículas microplásticas en secciones muy profundas del pulmón en pacientes vivos que se sometían a procedimientos quirúrgicos.

Los tipos de plásticos más comunes eran piezas de PET, utilizadas para fabricar botellas de bebidas, polipropileno, para envases de plástico y tuberías, y resina, utilizada como adhesivo o sellador.

Problemas cognitivos en niños de 9 a 11 años

El equipo del Instituto de Investigación Sanitaria (IBS) de Granada estudia desde hace casi 30 años el impacto del Bisfenol A -sustancia química que se utiliza para fabricar plásticos y resinas-.

En este último estudio ha asociado niveles altos de dicho contaminante, presente en muchos de los utensilios plásticos de uso diario, en niños de 9 a 11 años con problemas de pensamiento y comportamiento evidenciados en la adolescencia.

El IBS rastrea también el impacto del Bisfenol A en el sistema inmunitario, el metabolismo o el aumento del riesgo de cáncer o las alteraciones de conducta.

Alteran el equilibrio intestinal

Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) también corroboraron en 2022 que la digestión de microplásticos disminuye la cantidad de bacterias beneficiosas presentes en el colon.

"Dada la posible exposición crónica a estas partículas a través de nuestra dieta, los resultados obtenidos plantean que su ingesta continuada podría alterar el equilibrio intestinal y, por tanto, la salud", subrayaron los investigadores.

La ciencia también ha comprobado que hay partículas de plástico en otros órganos como el hígado, el bazo o los riñones, y sigue muy de cerca su influencia en problemas de fertilidad y dolencias como la diabetes, enfermedades cardiovasculares o el cáncer.

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