Los españoles duermen una media de 7:13 horas al día, según las estadísticas de Landgeist; una cifra que se acerca al mínimo de horas recomendadas por los expertos. La falta de horas de sueño puede convertirse en un problema para la salud, teniendo en cuenta que el descanso es fundamental tanto para el estado mental como el físico.
En primer lugar, la cantidad de horas diarias de sueño necesarias varían en función de cada persona, al igual que van cambiando a lo largo de la vida. Ante tal condicionantes, la Academia Americana de Medicina del Sueño aconseja dormir a los adultos de 18 años o más entre 7 y 8 horas diarias.
El número de horas disminuye a medida que vamos creciendo, ya que al nacer y hasta los 12 meses, dormir entre 12 y 16 horas -con siestas incluidas- es algo normal. Los niños de 3 a 5 años deben dormir entre 10 y 13 horas, entre los 6 y 12 años recomiendan de 9 a 12 horas y hasta los 18 años de 8 a 10 horas diarias.
Si vamos perdiendo horas de sueño, a medida que pasa la semana, estas se acumulan en la conocida deuda de sueño. Ante esta situación, algunas personas optan por echarse la siesta para recuperar dichas horas.
Aunque a priori se podría pensar que es una buena opción para atacar este déficit, las siestas no aportan todos los otros beneficios del sueño nocturno, por lo que no pueden compensar realmente el sueño perdido.
Aunque quieran, hay determinados grupos de personas que tienen más probabilidad de padecer deficiencia de sueño. Algunos de estos, son:
La falta de horas de sueño influye en todos los ámbitos de la vida, desde el trabajo hasta la conducción o las relaciones sociales. También podría provocar problemas de aprendizaje, concentración y reacción, así como frustración, mal humor o preocupación en situaciones sociales.
En niños, esta falta de sueño se puede manifestar de otra forma como por ejemplo: problemas de atención, exceso de actividad, mala conducta o efectos en el rendimiento escolar.
Además de los efectos en la conducta, la deficiencia de sueño se vincula con problemas de salud crónicos -cardiopatía, diabetes, obesidad-, mayor probabilidad de lesiones -caídas y fracturas óseas- y un papel fundamental en los errores humanos vinculados a accidentes trágicos.
De hecho, a pesar de no presentar dichos síntomas, el cuerpo humano no se acostumbra a dormir pocas horas y el riesgo a padecer ciertas enfermedades sigue estando.