Entre un 2% y un 3% de la población sufre o ha sufrido a lo largo de su vida un trastorno dismórfico corporal (TDC), según el Manual MSD, que se define como una preocupación por defectos físicos imaginarios que generan un malestar importante impidiendo, a la persona que lo padece, llevar una vida normal.
El síndrome de Koro es uno de estos, aunque no es tan común como otros. También se le conoce como síndrome de retracción genital y tiene un aspecto bastante cultural ya que suele darse en países asiáticos, especialmente en hombres.
Este provoca un miedo irracional en aquellas personas que lo sufren debido a que piensan que sus genitales están disminuyendo de tamaño, retrayéndose hacia su abdomen hasta ocasionar la muerte, según explican en la revista cultural y científica Isla de Arriarán.
En hombres, tal y como acabamos de explicar, sienten que el tamaño de su pene se va reduciendo al meterse dentro del abdomen.
Este trastorno puede llevarles a tener comportamientos que ponen en riesgo su salud como el hecho de agarrar el miembro firmemente, atarle piedras o incluso construir pequeños instrumentos con poleas para mantenerlo agarrado y que así el pene no disminuya su tamaño.
Mientras que por otro lado, aunque entre el sexo opuesto apenas se da, en los casos registrados las mujeres manifiestan que tienen la sensación de que sus mamas y sus labios vaginales se están encogiendo.
Los síntomas principales que se dan en hombres que padecen el síndrome de Koro, según un artículo publicado en la Revista de Salud Psicosexual, son cuatro:
La psicoterapia, junto con el tratamiento psiquiátrico y la medicación -en los casos en los que así lo consideran los profesionales en salud mental-, son las vías principales para tratar dicho trastorno.