Los problemas de salud mental son una cuestión presente en cualquier etapa de la vida por lo que nunca se es demasiado joven o pequeño para desarrollar uno. De hecho, la mitad de los trastornos mentales que sufren los adultos comienzan antes de los 14 años y el 75% antes de los 18, según la Confederación de Salud Mental de España.
Con motivo del Día Mundial del Bienestar Mental para Adolescentes en ElDesmarque hemos querido poner el foco en el contexto actual por el que atraviesan los adolescentes en relación a su salud mental.
La realidad es que si comparamos un adolescente de ahora con uno de hace 20 o 30 años, la diferencia radica en las plataformas digitales y con ello las redes sociales.
"Están haciendo que los adolescentes tengan mucha más presión. Antes sólo nos comparábamos con nuestro alrededor, pero ahora tienen muchas más estimulaciones en las que fijarse", compara la neuropsicóloga clínica, Alba García.
Aunque poco a poco son más los adolescentes que van a terapia por su propia voluntad, aún sigue presente el estigma de "voy al psicólogo porque estoy loco".
Entre los trastornos que más se dan últimamente entre los adolescentes, la profesionales destaca dos: el Trastorno de Conducta Alimentaria (TCA) y la adicción a las nuevas tecnologías.
En cuanto al aumento de los TCA, la neuropsicóloga le echa gran parte de la culpa a las redes sociales y a sus influencers. "Quieren estar muy bien para mostrárselo al resto a través de las las redes sociales y así poder encajar", argumenta.
También añade una tercera que son los problemas con las sustancias tóxicas. Aunque matiza que este problema siempre ha existido entre los adolescentes, la novedad es que la edad se ha adelantado "antes se veía con 16-17 años, pero ahora empiezan a tener pequeños problemas con las drogas con 12-13".
Teniendo en cuenta que la gran mayoría de los adolescentes no quieren ir al psicólogo, porque piensan que le van a decir lo que tienen que hacer -al igual que sus padres y profesores- los profesionales tienen un gran reto por delante: ganarse la confianza del paciente.
"El problema es que todavía siguen siendo niños, pero no les gusta que les tratemos como tal, pero tampoco son adultos", aclara Alba García.
Aunque los padres tienen que estar informados, ya que siguen siendo menores, "yo siempre les digo que no les voy a contar nada -a sus familiares- que ellos no quieran; a no ser que me comenten pensamientos que puedan poner en peligro su vida -intentos de suicidio-. Esa confianza hace que se puedan abrir mucho más".
De hecho, la profesional en salud mental contaba a ElDesmarque que algún paciente en alguna ocasión le ha dicho "tú sabes más que mis propios padres".
Los familiares de los adolescentes que la psicóloga tiene en consulta son de dos tipos: bien se preocupan y les protegen mucho o piensan que lo hacen por llamar la atención. "Yo siempre les digo que hay que atenderlos porque aunque quieran llamar la atención es porque les está pasando algo", explica.
En la adolescencia el cerebro aún no está del todo desarrollado por lo que son mucho más impulsivos. Esto significa que muchas veces no miran las consecuencias que tienen ese tipo de actos.
Tratar a un adolescente es algo complejo, ya que se trata de una etapa evolutiva difícil. "Entre los 15 y los 18 años tienen un juego de hormonas y unos cambios emocionales y físicos muy grandes".
Todo contribuye a desarrollar problemas de salud mental, cuestión que se potencia si además se tiene algún familiar con antecedentes de problemas de salud mental. Las amistades y los problemas en el colegio también son factores importantes.