María Ángeles Blanco García es CODA, hija de padres no oyentes, y aunque va a ser la voz de esta historia los verdaderos protagonistas son sus padres, Ángel y Pilar, y, junto a ellos, toda la población sorda, especialmente aquella de edades más avanzadas.
Ir a una consulta médica, arreglar temas burocráticos, acudir a reuniones del colegio o, incluso, llamar al 112 en caso de emergencia son cuestiones que para las personas oyentes no suponen ningún tipo de reto, pero para la población sorda sí que lo son. De hecho, son gestiones que por sí mismos no pueden abordar.
"Mis padres son personas muy independientes, pero hay cosas que por fuerza mayor no pueden hacer y me necesitan a mi", explica Marian. En este caso, Ángel y Pilar tiene suerte de tener a una hija oyente que le hace de interprete, pero no en todas las casas ocurre lo mismo.
Aunque puede resultar raro, teniendo en cuenta que en España hay más de un millón de personas con algún tipo de discapacidad auditiva, en los sitios oficiales, tales como ayuntamientos, hospitales..., no hay interpretes de lenguas de signos, según asegura Marian.
Esta situación obliga a la comunidad de no oyentes a ir acompañados siempre de un interprete. Es cierto que hay asociaciones o la propia Comunidad de Madrid que facilitan esta figura para acompañarles al servicio que tengan que hacer, pero "hay muy pocos porque están muy mal pagados", asegura la interprete de Ángel y Pilar.
A pesar de todo lo anterior, Marian asegura que el verdadero problema que tienen estas personas aparece en el momento en el que tienen que pedir ayuda por una emergencia ya que "ellos no tienen manera de poder llamar al 112".
Es cierto que para este grupo de personas el 112 activó la posibilidad del mensaje de texto, sin embargo, Marian tampoco lo ve efectivo. "Eso va orientado para aquellos que saben escribir, pero por ejemplo mis padres, al igual que le pasa a muchas personas sordas mayores, no saben ni leer ni escribir", argumenta.
Además, matiza que este problema lo tienen sobre todo las personas de edades avanzadas, que son las que por el propio envejecimiento tendrán más probabilidad de solicitar, por ejemplo, una ambulancia, sumado a que a día de hoy a los niños sordos no sólo se les enseña el lenguaje de signos, sino también a leer y a escribir en colegios especializados.
Los implantes cocleares y los audífonos también están mejorando bastante la calidad de vida de los más pequeños.
Teniendo en cuenta que Marian trabaja en una ambulancia como técnica de emergencias, ella piensa que el problema del 112 se podría solucionar mediante una aplicación.
"Yo pensé en hacer una aplicación mediante dibujos en la que de primeras salga un coche de policía, de bomberos o una ambulancia, para que puedan seleccionar el tipo de servicio que necesitan", introduce la CODA.
"Una vez solicitado el servicio, que aparezca una nueva pantalla de si están en la calle o en casa, ya que dependiendo del lugar donde se encuentren va un servicio u otro", continua explicando.
Para finalizar, y teniendo en cuenta que la forma en la que ellos se expresan es bastante limitada en comparación con los oyentes, "que aparezcan distintos cuerpos que señalen una zona concreta del cuerpo para que estos puedan seleccionar la parte que les duele", concluye.
De estas forma las personas no oyentes y que tampoco saben leer ni escribir podrían avisar al 112 sin necesidad de pedir ayuda a un vecino o a su interprete de confianza, como es el caso de Marian con sus padres.