El aceite de oliva es un alimento bien conocido, sobre todo por aquellas personas que siguen la dieta mediterránea. De hecho, a medida que pasan los años cada vez son más los interesados en esta dieta, debido a que diferentes estudios han vinculado su consumo a una mayor longevidad y menor incidencia de algunos cánceres, enfermedades cardiovasculares y deterioro cognitivo.
Según la Fundación Española de la Nutrición, el aceite de oliva es una fuente de ácidos grasos monoinsaturados, ácidos grasos insaturados y vitamina E. Dependiendo de la propiedades y del modo de elaboración, existen diversos tipos de aceite de oliva de oliva: aceite de oliva virgen, aceite de oliva refinado, aceite de oliva, aceite de orujo de oliva crudo, aceite de orujo de oliva refinado y aceite de orujo de oliva.
El aceite de oliva, especialmente el virgen por su alto contenido en ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, ayuda a elevar los niveles de colesterol HDL -bueno- y a disminuir el colesterol LDL -malo-, detallan desde la Fundación Española del Corazón (FEC).
También beneficia el control de la hipertensión arterial, reduce la aparición de trombosis -coágulo de sangre en una vena- y previene la aparición de diabetes. “Todos estos beneficios hacen que exista una menor incidencia de arteriosclerosis -endurecimiento de las arterias por la edad- y de infartos de miocardio cuanto mayor es el consumo de aceite de oliva”, destaca en ese mismo texto la cardiólogo del Hospital Fundación Alcorcón, Petra Sanz.
Además de los beneficios que presenta el consumo de aceite de oliva para el buen funcionamiento del sistema cardiovascular, presenta otra serie de ventajas para la salud general.
Su alto contenido en vitamina E le dota de propiedades antioxidantes que previenen o retrasan los problemas propios del envejecimiento y presentan un beneficio dermatológico directo. Por otro lado, también favorece la absorción del calcio, estimula el crecimiento y reduce los problemas óseos en la edad adulta.
En el caso de los diabéticos, el consumo de aceite de oliva ayuda a disminuir los niveles de glucosa en sangre, de esta forma los diabéticos tienen que inyectarse menores dosis de insulina.
La Dra. Sanz también señala en el comunicado de la FEC que “una alimentación rica en fibra y aceite de oliva mejora el tránsito gastrointestinal y mejora la digestión, lo que podría favorecer la disminución de posibilidades de padecer cáncer de intestino grueso”.