La presencia de los esteroides en el culturismo siempre da de que hablar y aunque no todos se ayuden de estas sustancias, una gran parte sí que lo hace. A priori, sus efectos estéticos son claros, pero a largo plazo las consecuencias adversas también terminan pasando factura.
Jordi Wild ha invitado al programa 'The Wild Project' a Isabel Viña, experta en endocrinología y nutrición, para tratar todo lo que hay detrás de los asteroides más utilizados en el mundo del culturismo.
Aunque ningún esteroide está exento de efectos secundarios, la profesional señala que el peor de todos es la hormona del crecimiento porque es un acelerador de cánceres, pero ¿por qué sucede esto?
"El evento desencadenante de un cáncer es que una célula pierde su ciclo normal de división y eliminación. Esta se sale y se multiplica sin control", explica la experta. Al suministrar hormona de crecimiento extra de forma exógena "ese ciclo va a ir más rápido lo que va a aumentar el riesgo de que esa célula se salga de su ciclo. Igual que crecen más rápido las células buenas, también lo hacen las células malas", añade la misma.
Esto significa que la probabilidad de padecer un cáncer de pulmón, de colón, de próstata, de corazón, cerebral y hepático aumenta, al igual que ocurre con los problemas de respiración ya que "te crece tanto todo, que al final no tienes hueco para respirar".
"A mi me da pánico", asegura la doctora Viña, incluso antes de recetárselo a un niño se lo piensa dos veces. "Es la red flag total porque ganas masa muscular, pierdes grasa, no se te cae el pelo...", es decir, a priori todos los efectos de la hormona del crecimiento aparentan ser positivos.
"La insulina es una de las hormonas más anabólicas que existen", asegura la profesional a Jordi Wild. Aunque puede parecer algo banal, si se inyecta más de la necesaria puede provocar una hipoglucemia e incluso entrar en un coma. El abuso de esta sustancia también puede desarrollar en estas personas una diabetes.
Con la testosterona también hay que tener bastante cuidado. Esta explica que "la testosterona de normal en unas partes del cuerpo se convierten en dihidrotestosterona y en otras en estrógenos", dependiendo de la presencia de unas u otras encimas.
A priori, la testosterona oral puede parecer que no presenta adversidades ya que sólo actúa en la masa muscular y no influye en la próstata, ni se cae el cabello, ni da acné, pero al tomar de forma crónica tiene efectos secundarios en el hígado, cerebro y otros órganos...así como también aumenta el número de glóbulos rojos que "pueden provocar un trombo" y por consiguiente "un ictus o un infarto".
A Jordi Wild también le interesa saber qué significa cuando los culturistas hablan de "cargarse el eje hormonal" que se produce cuando "la comunicación entre tu cerebro y los testículos se rompe", especifica Isabel Viña.
Al meter de forma externa testosterona, "el cuerpo dice para qué voy a producir, voy a ahorrar energía", e incluso hay veces que el propio cerebro es el manda la orden de bloquear la producción. Si esto se dilata en el tiempo, este proceso se va atrofiando hasta el punto de que puede llegar a ser irreversible. "Los testículos se van haciendo más pequeños porque dejan de producir y existe un punto de no retorno en el que tienes que tomar testosterona de por vida", a la misma vez que "tener hijos se convierte en algo muy complicado", concluye la misma.