A día de hoy, es raro salir a la calle y no cruzarte con alguna persona que esté soltando por la boca una gran humareda densa y blanca tras darle una calada a un cigarrillo electrónico, o lo que ahora se conoce como vaper. De hecho, cada vez son más las personas, sobre todo jóvenes, que fuman vaper, bien porque están intentando dejar de fumar tabaco, son fumadores sociales, les gusta el sabor que tienen...
Las cifras del último estudio de EDADES -Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas en España- evidencian dicha tendencia, de tal forma que en siete años el consumo de estos cigarrillos electrónicos casi se ha duplicado. En 2015, el 6,8% de los encuestados afirmaba haber consumido alguna vez cigarrillos electrónicos, mientras en 2022 esta cifra ascendía al 12,1%, con mayor prevalencia entre los hombres.
Cuando se empezaron a poner de moda los vapeadores, gran parte de la población creía que no eran perjudiciales para la salud, e incluso a día de hoy se sigue pensando que son una buena opción para dejar de fumar porque son "más sanos" que el tabaco. Sin embargo, los neumólogos aseguran que fumar vaper no es un hábito benigno ni recomendable para dejar el tabaco.
Debido a este auge, son muchos los científicos que están volcados en conocer los efectos a largo plazo del vapeo. De esta forma, una reciente investigación, realizada por la Universidad de Otago (Nueva Zelanda) en colaboración con el Instituto Nacional de Innovación en Salud, ha analizado los efectos potenciales del vapeo en el sentido del gusto y el olfato entre los jóvenes neozelandeses.
Las principales conclusiones del estudio sugieren que el uso del vaper, particularmente con sabores específicos, puede estar asociado con alteraciones en las respuestas hedónicas -que gusta, da placer- a los olores. Asimismo, "este hallazgo puede tener implicaciones potenciales sobre cómo el vapeo afecta las preferencias alimentarias y las elecciones dietéticas", evidencian en la publicación.
La autora principal de la investigación, la Dra. Jessica McCormack, del Departamento de Ciencias de los Alimentos, cuenta en la revista especializada Medical Xpress que los resultados muestran que los que no fuman vaper encuentran los olores "dulces" más agradables que los que sí lo hacen. Esto puede deberse a que los líquidos para vaper con sabores dulces son los más consumidos por lo que los fumadores están sobreexpuestos a estos, sugiere la misma. Sin embargo, en cuanto al olor "salado" -el estudio analizó un olor dulce y otro salado en estímulo olfativo y gustativo-, no hubo diferencias entre ambos grupos.
Otra de las autoras principales del estudio, la Dra. Mei Peng, añade que "estos hallazgos también tienen algunas implicaciones sobre los efectos del vapeo en las conductas alimentarias entre la población más joven. Esperamos analizar estos efectos en un estudio futuro pronto".
Uno de los motivos por los que se inició dicha investigación es porque el consumo de tabaco durante años sí que produce una reducción de la sensibilidad a los gustos y olores. En comparación con los no fumadores, los fumadores muestran una menor sensibilidad a los estímulos de sabor dulce y reportan una menor intensidad para los sabores salados y amargos.
Además, estas alteraciones sensoriales se han asociado con patrones alimentarios poco saludables y una menor ingesta de nutrientes en los fumadores en comparación con los no fumadores; y por consiguiente, dicha mala nutrición prolongada en el tiempo puede provocar un aumento de los problemas de salud crónicos -junto con los que ya produce el tabaco por sí mismo-.