La soledad no deseada es un problema social cada vez más importante, de hecho, el 95% de la población piensa que cada vez está más extendida entre la sociedad. Esta creencia no dista de la realidad, ya que, según recoge el "Barómetro de la Soledad no Deseada en España 2024", una de cada cinco personas sufre soledad no deseada, la cual puede prolongarse durante dos o más años. Las mujeres, los jóvenes, los que tienen peor salud y las personas con discapacidad son los grupos de la población a los que más les afecta la soledad.
Durante la presentación del estudio realizado por la Fundación ONCE y Fundación AXA para el Observatorio SoledadES, el ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy, ha destacado la importancia de apostar por políticas públicas con "enfoque transversal" para el conjunto de la sociedad y ha apostado "por crear y afianzar redes de amistad, de vecindad, de asociacionismo, redes de apoyo que puedan dar estabilidad" pero que no generen estigma.
El aislamiento involuntario es en este momento "un problema persistente", alerta el barómetro. Dos de cada tres personas -67,7%- que sufren soledad llevan en esta situación desde hace más de 2 años y un 59% desde hace más de tres. Así, en España la soledad crónica -que se prolonga dos o más años- alcanza al 13,5% de la población.
La soledad no deseada es algo más frecuente entre mujeres, representa el 21,8% de los casos, que entre hombres, que son 18%. Las diferencias son especialmente amplias a partir de los 55 años, en los niveles educativos más bajos y en los núcleos urbanos. Por edad, está especialmente extendida entre la juventud y va decreciendo con la edad hasta alcanzar el valor mínimo en la franja de 55 a 74 años, aunque vuelve a subir a partir de los 75 años.
Tener una salud muy mala, mala o regular implica una probabilidad 3 veces mayor de sufrir soledad no deseada y vivir con un problema de salud mental, en 2,4 veces.
Existen factores que además de una mayor prevalencia implican una mayor probabilidad de sufrir soledad no deseada, como tener dificultades económicas, origen extranjero, vivir con un problema de salud mental, ser joven o estar en desempleo teniendo entre 30 y 54 años.
Las personas en situación de desempleo tienen una tasa de soledad más del doble que las personas ocupadas -36,3% frente a 16,2%-. De hecho, la soledad está muy relacionada con la capacidad económica. La prevalencia de la soledad no deseada es más del doble dos veces más frecuente en la población que viven en los hogares que llegan con dificultad a fin de mes -30,1%- que en los que llegan con facilidad -13,3%-.
Aunque en rasgos generales no varía notablemente entre el entorno urbano y el rural, en el caso de los jóvenes, la soledad es muy elevada en las zonas rurales y disminuye en las grandes urbes. Sin embargo, entre las personas mayores sucede a la inversa, la soledad es mucho mayor en las grandes urbes que en las zonas rurales.
Otro aspecto vinculado con la soledad es el de la educación. Es mucho menos frecuente entre las personas con mejor nivel educativo, y además, carecer de estudios superiores eleva la probabilidad de sufrir soledad en un 50%.
El grado de satisfacción con la cantidad de relaciones familiares y de amistad es una circunstancia clave para la soledad no deseada: más de la mitad de las personas que sufren soledad no deseada afirman tener menos relaciones familiares -un 53,3 %- y de amistad -63,2 %- de las que quisieran.
El barómetro, basado en una encuesta realizada a 2.900 personas de entre 18 y más años, muestra que las relaciones sociales online son más frecuentes entre las personas que sufren soledad que entre las que no la sufren.
No obstante, independientemente de la vida social, "el núcleo de convivencia es clave", ha señalado el experto. La prevalencia de la soledad no deseada es el doble entre las personas que viven solas que entre las que viven acompañadas -34,5% frente al 17,4%-.