Las zonas urbanas rodeadas de grandes zonas verdes son el futuro, y más aún tras descubrir que existe un vínculo "sólido" entre la exposición a espacios verdes en la primera infancia y una mejor función pulmonar. Este es el hallazgo que ha constatado un estudio con 35.000 niños y niñas de ocho países europeos -Dinamarca, España, Italia, Lituania, Noruega, Países Bajos y Reino Unido-, liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGloal), cuyo resultados han sido publicados en la revista científica 'Environment International'.
Los investigadores han analizado el impacto de la exposición a espacios verdes en dos momentos distintos: el embarazo y la infancia, concretamente de los 3 a los 12 años.
Como indicador de los espacios verdes residenciales, el equipo de investigación utilizó el Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI) -usa imágenes por satélite para estimar la cantidad de vegetación en un punto determinado- en un radio de 300 metros alrededor de la dirección de cada participante.
Por otro lado, la función pulmonar se midió mediante pruebas de espirometría y, para evaluar el volumen pulmonar, el equipo midió la capacidad vital forzada (FVC), que es la cantidad máxima de aire que una persona puede espirar sin límite de tiempo tras inspirar profundamente. Por último, como indicador de lo abiertas que están las vías respiratorias, se tomó el volumen espiratorio forzado en un segundo (FEV1), tras una inspiración profunda.
El análisis estadístico mostró que los niños y niñas que vivían en vecindarios más verdes tenían una mejor función pulmonar, concretamente mayores FVC y FEV1 y, por el contrario, los que vivían más alejados de las zonas verdes tenían un volumen pulmonar (FVC) inferior.
Aunque la asociación positiva de vivir en barrios más verdes con la función pulmonar se observó independientemente del nivel socioeconómico, el efecto fue mayor entre participantes de entornos socioeconómicos más altos.
Amanda Fernandes, primera autora e investigadora de ISGlobal en el momento de hacerse el estudio, ha indicado que "una posible explicación podría ser que las familias con mayor nivel educativo o de ingresos pueden tener acceso a zonas verdes de mayor calidad, más seguras y mejor mantenidas".
Los científicos también estudiaron el domicilio de las madres durante el embarazo, pero en este caso el verdor residencial no se asoció con ninguno de los indicadores de salud respiratoria, lo que sugiere que el vínculo entre los espacios verdes y la mejora de la función pulmonar tiene que ver con algo que ocurre durante la infancia.
"Nuestra comprensión de cómo afectan los espacios verdes a la función pulmonar es aún incompleta. Sabemos que los espacios verdes reducen la contaminación atmosférica, que a su vez afecta a la salud respiratoria", ha indicado la investigadora.
Fernandes ha añadido que "también creemos que los espacios verdes pueden exponer a los niños y niñas a una microbiota beneficiosa, que puede contribuir al desarrollo del sistema inmunitario e influir indirectamente en la función pulmonar. Por último, es probable que los espacios verdes cercanos al hogar reflejen la presencia de zonas de juego que fomentan la actividad física a una edad en la que los pulmones aún se están desarrollando".
Por su parte, Martine Vrijheid, autora sénior del estudio y codirectora del programa Medio Ambiente y Salud a lo largo de la Vida de ISGlobal, ha considerado que "nuestros resultados ponen de relieve la importancia de integrar los espacios verdes en los entornos urbanos para mejorar la salud respiratoria, también en la infancia". "Si la manera en que están configuradas las ciudades es un factor que contribuye a generar desigualdad, es importante un urbanismo que contribuya de forma consciente a paliar la inequidad", ha estimado.
El estudio también analizó si los espacios verdes cercanos al hogar durante el embarazo y la infancia se asociaban con otros problemas respiratorios, cardiometabólicos y del neurodesarrollo, pero no encontró más asociaciones.