Tener que esperar al menos dos horas desde que comes hasta que te metes en la piscina para evitar un corte de digestión es una creencia muy extendida entre la sociedad. Habitualmente son los más pequeños los que están deseando volver a meterse en la piscina tras comer, pero esta "norma", en la mayoría de casos impuesta por sus padres, les impide hacerlo. Sin embargo, a pesar de lo normalizado que lo tenemos, esta creencia no tiene ninguna base científica.
"Si acabas de llenar tu barriga y te tiras a la piscina, la digestión no se te va a cortar", asegura Miguel Assal, divulgador de primeros auxilios y agente de emergencias SAMU, en sus redes sociales. No obstante, tampoco es una práctica segura ni recomendada, pero ¿por qué? Principalmente, el riesgo reside en el cambio de temperatura de forma brusca.
Tal y como explica Assal, el verdadero problema no es meterse a la piscina mientras se hace la digestión, sino la forma en la que se hace. Esto significa que independientemente de que hayas o no comido si te tiras de forma repentina a la piscina tu salud puede verse comprometida al experimentar una hidrocución o choque térmico por un cambio brusco de temperatura, y más aún teniendo en cuenta que entre las 12:00 y las 18:00 son las horas de máxima incidencia solar, y por ende, de mayor temperatura.
"Date cuenta que esos grados de diferencia -de estar aquí elevando la temperatura a de repente entrar en un espacio más frío- provoca que los vasos sanguíneos se estrechen", explica el mismo. Esto significa que el flujo de sangre que llega el cerebro se reduce y cae la tensión arterial corriendo el riesgo de desmayo, y por consiguiente, de ahogamiento. En los casos más extremos o graves, este choque térmico "podría un fallo respiratorio cardiaco".
A priori se podría pensar que la solución para no poner en riesgo la salud es no meterse en la piscina durante esas horas, pero Miguel Assal da una alternativa más asequible: "el método de la abuela". Este consiste en mojarse primero el cuello, las axilas, las ingles y los brazos y entrar de forma paulatina y gradual al agua para que el cambio de temperatura no sea tan brusco.
"Da igual, hayas o no hayas comido, con la técnica de la abuela no te pasará nada", asegura el experto en primeros auxilios. No obstante, sí que es cierto que "una comida copiosa podría incrementar el riesgo, pero no hay evidencia científica que esto por sí solo sea el causante", concluye.