Las bebidas energéticas son productos que preocupan realmente a los expertos, sobre todo porque su consumo está aumentando entre los más jóvenes, de hecho, hay algunos que las ingieren de forma habitual como si se tratara de una bebida benigna cuando en realidad el abuso de estas presenta graves problemas para la salud.
Contextualizando la gravedad del problema, el Plan Nacional sobre Drogas indica que cuatro de cada diez estudiantes de entre 14 y 18 años ha tomado bebidas energéticas en el último mes, su consumo es mayor en los chicos -casi el 50%- que en las chicas -cerca del 30%-, y el 16% de ellos, además, ha mezclado alcohol con bebidas energéticas en esos últimos treinta días.
Ante tal situación, el Gobierno está estudiando limitar su consumo entre los adolescentes por el alto contenido de cafeína que presentan, de forma que 'excluirá' las bebidas energéticas de los centros escolares ya que la mayor parte de ellas no cumple con la próxima normativa que regulará el contenido de las bebidas que se pueden comercializar en las cafeterías y máquinas expendedoras de los espacios educativos.
En una entrevista a EFE, el secretario de Consumo y Juego, Andrés Barragán, ha hablado de dicho requisitos y ha precisado que las bebidas que se adquieran en estos centros no deberían superar los 15 miligramos (mg) de cafeína por 100 mililitros (ml) -normalmente las bebidas refrescantes tienen 32 miligramos de cafeína por cada 100 mililitros-.
Los envases que se comercializan actualmente son de entre 300 a 500 mililitros, de ahí que la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) haya remarcado los potenciales riesgos para la salud que conlleva su ingesta, como ha recordado Barragán.
El departamento que dirige Pablo Bustinduy, ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, ultima además el real decreto para el fomento de una alimentación saludable y sostenible en centros educativos, y trabaja en otro para limitar la publicidad de los productos no saludables.
Y es que la popularización del consumo de estas bebidas se debe en buena medida, según Barragán, a las campañas de publicidad emprendidas por los fabricantes de estas bebidas en las últimas décadas. "Una comercialización muy agresiva desde hace años, una publicidad muy dirigida al público adolescente, que ha ido calando poco a poco y que queremos atajar", apunta el secretario de Consumo.
Este tipo de prácticas comerciales han desembocado en unos hábitos poco saludables porque la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) habla claro sobre el impacto negativo que pueden tener: irritabilidad, insomnio, trastornos cardiovasculares, entre otras consecuencias, que se multiplican si se mezcla con alcohol.
En esta misma línea, Consumo recomienda no tomarlas para rehidratarse tras realizar deporte y, si se ingieren, hacerlo ocasionalmente y eligiendo los formatos de menor tamaño. Este tipo de bebidas debe llevar una etiqueta con la advertencia del contenido elevado de cafeína e incluir la cantidad exacta.
Los científicos llaman la atención del riesgo de interacción con los medicamentos, así como sobre la presencia de otros componentes con principios activos naturales como el ginseng o el gingko, con ingesta contraindicada en periodos de embarazo y lactancia. En el caso del ginseng, también en la infancia y adolescencia.