A día de hoy, a nadie le sorprende ver a un niño pequeño en un carro con un móvil entre sus manos, mientras que sus padres están a otras cosas, así como también es habitual darle el móvil cuando este está llorando o para conseguir que se duerma. A medida que crecen, muchos de estos controlan el móvil mejor que sus tutores y con apenas 10-12 años tienen un smartphone propio y cuentas en todas la redes sociales, e incluso en muchos colegios los ordenadores han sustituido a los libros.
Tanto para bien como para mal, las pantallas han llegado para quedarse y han supuesto un antes y un después en la sociedad. Ante esta realidad, los profesionales sanitarios están muy preocupados con el impacto de estos aparatos en los más pequeños, de hecho, cada vez son más los estudios que lo evidencian.
Un grupo de expertos, impulsado por el Colegio de Médicos de Barcelona (CoMB), ha elaborado una guía para abordar cuando antes este asunto: 'La protección digital de menores y adolescentes. Recomendaciones y propuestas concretas dirigidas a administraciones, operadoras, desarrolladores y familias'. Entre las medidas sugeridas destaca la de retrasar la adopción del primer teléfono inteligente hasta los 16 años.
En artículos anteriores, ya hemos hecho referencia a diferentes estudios que han comprobado que la exposición a las pantallas tiene un impacto real a nivel físico, mental y en el propio desarrollo de los más pequeños y que, aunque puede pensarse que es al revés, afecta en mayor medida a la infancia vulnerable; asimismo, la guía del Colegio de Médicos de Barcelona referencia otros hallazgos.
Un estudio publicado en la revista científica 'JAMA Pediatrics' relacionó el tiempo que pasan los niños pequeños delante de las pantallas con una mayor probabilidad de presentar retrasos en el desarrollo del lenguaje y menos habilidades lingüísticas.
Otra investigación demostró una asociación entre el tiempo prolongado en actividades de cerca -incluyendo el uso de pantallas- y un mayor riesgo de desarrollo de miopía en niños; afección que sufre uno de cada cinco menores de entre 5 y 7 años. Los síntomas de la fatiga visual digital, como sequedad y molestias oculares, suelen estar presentes en niños que las utilizan durante períodos de tiempo prolongados.
En esta misma línea, se ha demostrado una relación con la obesidad infantil, ya que estas promueven el sedentarismo y el consumo de alimentos no saludables durante ese tiempo, al mismo tiempo que usarlas antes de dormir impacta en la duración y en la calidad del sueño.
Durante la adolescencia, las redes sociales acaparan la mayor parte del tiempo que estos pasan frente a las pantallas de forma que impactan de forma negativa en su autoestima y aumenta la sintomatología ansiosa y depresiva (donde se incluye la ideación y las tentativas autolíticas). Asimismo, una gran parte de los trastornos de conducta alimentaria comienzan entre los 14 y los 16 años, una franja que en los últimos años se está adelantando.
Las redes sociales propician comportamientos de riesgo para la salud de los adolescentes, como el consumo de alcohol, drogas, tabaco, conductas sexuales de riesgo, comportamiento antisocial, juegos de azar...
La guía que ha propuesto el grupo de expertos se centra en el abordaje de la situación desde diferentes ámbitos, uno de ellos la familia en la que recomiendan "retrasar la adopción del primer teléfono inteligente hasta los 16 años"; y en caso de que "el menor necesite una herramienta para comunicarse en casos de emergencia antes de esa edad, considerar dispositivos no-inteligentes".
Además de este puntos, proponen los siguientes: