La DANA ha dejado devastada a familias enteras y no solo a nivel económico, sino también personal, laboral, mental... Hay quienes lo vivieron en primera persona, subidos al techo del coche, en el tejado o agazapados en un árbol, y también están los que el devastador temporal les pilló en sus casas.
Muchos de los afectados siguen en estado de shock, sin creerse todavía lo que sus propios ojos vieron hace una semana, y en este grupo también entran los niños; una franja de población que, aunque es más inocente y menos consciente de lo que ha sucedido, manifestará una serie de comportamientos provocados por este suceso.
El sueño es uno de los aspectos que se puede ver alterado en los más pequeños, evidencia el Dr. Gonzalo Pin Arboledas en su cuenta de Instagram. "Hay que entender que, de la misma manera que los adultos estamos ansiosos, los niños también, y generalmente eso se va a manifestar con dificultades en el sueño y cambios en su conducta. Es una reacción absolutamente normal", asegura.
Ante una situación de estrés inesperada que ha puesto a múltiples niños en un contexto inimaginable, es imprescindible prestar atención a su sueño para asegurar su bienestar emocional y físico.
De este modo, es importante conocer las posibles y más comunes alteraciones del sueño que se producen en los más pequeños tras una catástrofe natural de semejantes dimensiones, como ha sido la DANA.
Tal y como enumera el pediatra coordinador del grupo de sueño y cronobiología de la Asociación Española de Pediatría, estos son: problemas para dormir, pesadillas frecuentes, resistencia a dormir solos y regresión en comportamientos previamente aprendidos, como por ejemplo, orinarse en la cama.
Una vez detectadas las alteraciones del sueño en niños y niñas, es importante saber manejarlas, y este mismo profesional explica cómo. En primer lugar, hay que fortalecer rutinas adaptadas a la nueva situación ya que así "aumentará su sensación de seguridad", como por ejemplo, alargando el tiempo que dedicas a contarles un cuento o hablando con ellos.
En segundo lugar, "evitar los gritos, usar un lenguaje apropiado para su edad y realizando actividades relajantes adecuadas a cada edad antes de dormir", seguido del apoyo emocional, es decir, demostrando cariño de forma frecuente "tanto de palabra como de acciones, permitir que esté con un adulto de confianza que lo haga sentir seguro y tranquilo".
También es importante escuchar sus preocupaciones y responder tan solo a sus preguntas, sin explicar demasiadas cosas, así como "limitar -no anular- la exposición a medios de comunicación especialmente antes de dormir. Esto puede ayudar a prevenir que revivan el trauma y tengan dificultades para conciliar el sueño".
Por último, el profesional recomienda "abordar los miedos ya que ayuda al niño a expresar sus sentimientos a través de actividades lúdicas como dibujar e intentar poner nombre a las emociones que el niño pueda estar experimentando".
Dependiendo de la edad del menor, los efectos tras vivir una situación así varían. Entre los 0 y 3 años, la DANA puede provocar "problemas para dormir y necesitan la compañía permanente de sus progenitores o un adulto de referencia". Además, "no pasa nada porque ahora duerman en colecho -en la cama con sus padres-".
Entre los 3 y 6 años "pueden presentar pesadillas o negarse a dormir solos, terror del sueño, dificultades para dormir solos. Es importante comprender que a esta edad, los niños pueden visualizar la muerte como un “sueño” del cual se puede despertar", continúa explicando.
Finalmente, entre los 6 y los 9 años "las alteraciones del sueño pueden persistir de una manera más potente, similares a las edades más tempranas".
Aunque se trata de reacciones normales y fisiológicas, si pasado cierto tiempo estas "persisten o son muy intensas, considera consultar con un profesional de salud mental infantil", concluye el profesional.