El mundo de la química y la nutrición está de luto porque este jueves nos dejaba Ana María LaJusticia, conocida por su labor en el mundo de la alimentación saludable accesible para todos y, especialmente, por ser la pionera en introducir el magnesio como complemento clave en la dieta.
A pesar de que ha llegado a los 100 años, no siempre ha llevado una vida sencilla, en cuanto a salud se refiere. A los 31 años le diagnosticaron una artrosis severa y la única solución que le dieron fue que tenía que llevar un corsé de varillas durante el resto de su vida, sin embargo, tan solo lo llevo hasta los 52 años. Además, a los 43 la diabetes tipo II llamó a su puerta.
Esta situación hizo que la química prestara una mayor atención a su dieta, dándose cuenta que abusaba de los hidratos de carbono y tenía déficit de proteínas, vitamina C y magnesio. Este cambio de hábitos alimenticios le llevó a crear su propia marca de suplementos con su nombre.
Ana María LaJusticia contaba hace unos años, en el canal de Youtube de la empresa que lleva su nombre, que el desayuno era muy importante y debía ser rico en proteínas y vitamina C; de forma que su desayuno se basaba en:
El primer plato estaba compuesto de legumbres o verduras; dependiendo de la época del año las consumía en forma de guiso, en ensalada o en forma de gazpacho. En esta comida solía priorizar las legumbres por su aporte de almidón, azúcares de digestión lenta, fibra y proteínas.
"El arroz y los macarrones para los deportistas porque esos sí que lo queman al necesitar mucha glucosa. Nosotros necesitamos fibra para poder evacuar con normalidad", explicaba la química.
El segundo plato proteína, carne blanca o en caso de ser roja le quitaba toda la grasa antes de cocinarla. Por último, en el postre consumía frutas ricas en vitamina C, y sino lo suplía con un pedazo de pastilla de dicha vitamina.
La merienda tampoco se la saltaba, y en verano solía tomar un yogur descremado natural mezclado con caco en polvo desgrasado, una cucharada de mermelada de fresa y una galleta integral, junto a un vaso de té o agua.
En cuanto a la cena, eran verduras y pescado, independientemente del tipo, "blanco, azul, frito a la plancha, hecho al microondas, al horno, congelado, de lata...". Entre las verduras destacaba los beneficios de la coliflor, el brócoli o la col por su contenido en azufre y fibra; y por último el producto rico en vitamina C.
A modo de apunte final, al no comer grasas animales, en su lugar consumía aceite de hígado de bacalao para el aporte de vitamina D y A -esta última también esta presenta en la zanahoria-.