Apenas tres días después de que la DANA arrasara decenas de municipios de la Comunidad Valencia y Castilla-La Mancha, la población de las zonas colindantes no dudó en trasladarse a las áreas afectadas para aportar su granito de arena en las tareas de limpieza y desescombro.
Desde entonces, esta realidad se repite cada día, especialmente los fines de semana, y ya no son sólo personas de la zona sino de cualquier parte del país. Junto a esta oleada de voluntarios, también se suma todo el personal de emergencias que se ha desplazado.
Además de su labor en las tareas de limpieza y desescombro, muchas de las personas que han viajado hasta allí muestran en sus redes sociales todo lo que ven a su paso. "No hay palabras para explicar lo que vivimos ayer", "volvemos con el corazón roto", "que no os engañen, falta mucha ayuda"... son algunos de los mensajes que comparten.
A pesar de que estos no han vivido en primera persona el paso de la DANA, sí que han visto o están viendo en directo el impacto de esta días después y están conociendo o han conocido historias realmente impactantes de personas afectadas.
Esta experiencia no pasará desapercibida para ninguno de ellos, de hecho, algunos hasta podrán "desarrollar síntomas de estrés postraumático secundario, también conocido como fatiga por compasión o estrés vicario", asegura a ElDesmarque la neuropsicóloga clínica, Alba García, cuyos síntomas son: "síntomas de ansiedad, problemas de sueño, irritabilidad y cambios en el ánimo".
El impacto psicológico suele producirse cuando los voluntarios y el personal de emergencias llega a su casa y vuelve a tener luz y agua potable, las calles a su paso están limpias, los supermercados abiertos...
La exposición a escenas traumáticas, es decir, el hecho de "ver personas en estado de desesperación, la propia destrucción y la necesidad extrema puede impactarles dejándoles en un estado de alerta y estrés constante", asegura la profesional.
Estas personas también pueden desarrollar "sentimientos de frustración o impotencia, si consideran que no lograron ayudar lo suficiente o si presenciaron situaciones especialmente duras experimentando impotencia", continua explicando.
Un vez que estas personas, tanto los voluntarios como el personal de emergencias -a pesar de que están preparados para situaciones extremas-, vuelven a casa o a un lugar seguro "es fundamental que cuenten con espacios de desahogo y terapias de grupo, donde puedan compartir su experiencia y recibir apoyo emocional", argumenta la neuropsicóloga.
La psicoeducación también puede ser útil para que "comprendan que sus síntomas son una reacción humana normal y para enseñarles técnicas de regulación emocional y autocuidado". Además, "en algunos casos, se sugiere también un seguimiento psicológico en el tiempo para detectar posibles síntomas tardíos de estrés".
El impacto en la salud mental es uno de los posibles efectos que asumen las personas que van como voluntarias a las zonas afectadas por la DANA, pero no el único; es conveniente no olvidar las enfermedades infecciosas presentes en las zonas donde aún queda agua y barro estancado y contaminado.
No obstante, sí es cierto que este último riesgo se puede prevenir o evitar en la medida de lo posible si se toman las medidas de seguridad que recomiendan las autoridades sanitarias.