Desayunar, comer o cenar viendo la televisión es una práctica que comparten el 66% de los niños y niñas españoles de entre 8 y 12 años, pero no solo eso, sino que un 33% asegura estar con el móvil, la tablet o la videoconsola. Esta es una de las conclusiones de la 'Encuesta sobre hábitos de alimentación a escolares' que ha realizado este año la Fundación Eroski.
En el estudio, realizado entre mayo y septiembre de este año, han participado un total de 2.126 niñas y niños de tercero a sexto de primaria de colegios situados en nueve comunidades autónomas del norte de España. El ámbito familiar, los referentes externos en materia de alimentación, la comida y las emociones han sido los ámbitos claves en los que se han basado las cuestiones de la encuesta.
Alejandro Martínez Berriochoa, director de Salud y Sostenibilidad de Eroski, de su fundación y de la plataforma Eroski Consumer, ha sido la persona que ha presentado los resultados del estudio. "La alimentación saludable debe ser un esfuerzo colectivo. Necesitamos familias informadas, educadores comprometidos y políticas públicas que faciliten la adopción de hábitos saludables desde la infancia. La encuesta realizada revela un margen de mejora en la formación alimentaria. La escasa influencia actual de los docentes en estos hábitos no revela si no la oportunidad única que los centros educativos tienen de potenciar la enseñanza de prácticas saludables", ha recordado durante su intervención.
Las respuestas de los escolares del País Vasco, Navarra, Cataluña, Cantabria, La Rioja, Galicia, Asturias, Aragón y Baleares han sido analizadas en "el contexto" de hábitos alimentarios y de consumo de la población en general, a partir de los últimos informes al respecto del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Pese a que el agua es la bebida principal durante las comidas del 94% de los menores encuestados, un 27% también bebe zumos, un 19% refrescos y un 22% otras bebidas sin gas.
En esta misma línea un 92% reconoce comer alguna vez a la semana hamburguesas, pizzas, perritos calientes o patatas fritas y además, un 44% consume bollería o dulces más de tres veces por semana.
Si bien se trata e productos que tenemos normalizados, su consumo debe ser ocasional especialmente por su alta densidad calórica y de grasas saturadas, azúcar, sal o nutrientes cuyo exceso repercute en las elevadas tasas de sobrepeso y obesidad infantil.
La gran mayoría, el 90%, ha asegurado que realiza las cinco comidas del día, pero el resto suele fallar en la merienda; una costumbre que está más extendida en País Vasco (95%), Asturias (94%) y Galicia (93%).
Asimismo, tanto la merienda como el desayuno son las comidas del día que los menores suelen hacer en soledad. "Este hábito no es positivo, ya que las comidas no solo cumplen una función nutritiva, sino también social, y la falta de compañía suele derivar en un mayor uso de pantallas", matiza el estudio.
Teniendo en cuenta que los hábitos alimentarios de los más pequeños son mejorables, los autores de la encuesta quisieron comprobar si ellos mismos eran conscientes de ello, y algo menos de la mitad, el 45%, considera que podría mejorarlos, por ejemplo, comiendo más fruta y menos productos de la cúspide de la pirámide nutricional o bebiendo más agua.
Estos resultados los han calificado como "dato es agridulce" porque "por un lado, refleja una actitud positiva y una creciente conciencia sobre la necesidad de mejorar entre muchos menores", pero "por otro, evidencia el trabajo que aún queda por hacer para sensibilizar a quienes no son plenamente conscientes de la importancia de adoptar hábitos más saludables".