Con la Navidad a la vuelta de la esquina son muchos los hogares que se han teñido de colores rojizos y dorados y se han llenado de decoración navideña, entre la que destaca por excelencia el árbol de Navidad. Blancos o verdes, artificiales o naturales, con luces de colores o sin ellas, abetos o pinos... una gran variedad de posibilidades para este elemento decorativo tan característico de estas fechas.
Sin embargo, la ilusión por la Navidad puede hacernos pasar por alto que "algunas de estas costumbres pueden aumentar el riesgo de sufrir determinadas reacciones alérgicas", recuerda cada año la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). Al hablar de "reacciones alérgicas", la sociedad no solo se refiere a las provocadas por determinados alimentos, sino también al 'síndrome del árbol de Navidad'.
Son muchas las personas que tienen alergia al polen de los árboles, pero son muy pocos los que sopesan que el árbol de Navidad que tienen en su casa también les puede dar alergia -principalmente porque la mayoría son artificiales y los que son naturales, al estar cortados por el tronco, no es posible que polinicen-; sin embargo, el polen no es lo único que puede provocar una reacción alérgica.
En el caso de los árboles naturales, en cuanto comienzan a descomponerse se convierten en un ecosistema perfecto para el desarrollo de hongos. "Recordemos que la materia orgánica en descomposición es ideal como sustrato para el crecimiento de hongos, y con una alta probabilidad puede llegar un momento en que sea precisamente eso lo que tendremos en un lugar privilegiado de nuestro salón", apunta la SEAIC.
Los árboles artificiales tampoco están exentos de este riesgo, puesto que, como durante el resto del año están guardado en lugares húmedos y oscuros, son un foco de acumulación de polvo y moho. Además, "las esporas de hongos presentes en el árbol se diseminan fácilmente por la estancia, debido a que con frecuencia se sacuden o se golpean con intención de limpiarlos, especialmente si los niños juegan con el árbol o en sus proximidades".
Dicho comportamiento "facilita que los síntomas puedan aparecer o intensificarse después de que el árbol lleve unos días en la casa, lo que a veces dificulta que se considere al mismo entre las posibles causas", argumenta la sociedad.
Algunos de los síntomas más frecuentes del 'síndrome del árbol de Navidad' que pueden pasar desapercibidos, especialmente por ser una época con alto índice de enfermedades respiratorias, son: estornudos, tos, congestión, goteo nasal, picor de nariz y garganta, pico de ojos o lagrimeo...
Algunas de las recomendaciones para evitar o reducir en la medida de lo posible estos síntomas, según la organización especializada en atención médico 'Baptist Health South Florida', son las siguientes: