La separación de Shakira y Piqué aún tiene asuntos pendientes. Tras la firma del divorcio, la expareja debe cerrar ciertos aspectos que todavía mantienen colombiana y catalán en común, como es el caso de las propiedades inmobiliarias en Barcelona.
A pesar de que parezca difícil de creer, los dos protagonistas llegaron rápidamente a un acuerdo en algo en las últimas semanas: optar por un discreto proceso de venta de sus casas, escapando de la intermediación de inmobiliarias y la exposición en redes sociales. El principal motivo no es otro que el de evitar compradores morbosos, que tan solo pretendan adentrarse en las construcciones que fueron hogar de la familia.
Las tres mansiones que poseían cuentan con un valor que ronda los 15 millones de euros y cuya venta supondrá un importante ingreso para ambos y les permitirá dar un paso más hacia la separación total y absoluta.
Una de las propiedades es aquella que se hizo célebre en los primeros momentos tras la separación, situada cerca de la casa de los padres de Gerard Piqué. En la terraza, Shakira colocó una bruja mirando a la casa de sus ex suegros. Esta construcción, diseñada por la arquitecta catalana Mireia Admetller y levantada en 2012, cuenta con más de 3.800 metros cuadrados repartidos en cinco plantas, dos subterráneas y tres exteriores.
Curiosamente, Gerard Piqué y Shakira no figuran como propietarios de ninguna de las tres mansiones. Realmente, las casas aparecen bajo una entidad administrada por Joan Piqué, padre del exfutbolista.
Precisamente, Shakira se ha preocupado de lanzar un dardo a quien fuera su suegro en la última canción que ha publicado. En la letra de “El jefe”, en la que la cantante colabora con el grupo Fuerza Regida, aparecen los siguientes versos, que pocas dudas ofrecen acerca de su opinión acerca de Joan Piqué: “Te matas de sol a sol y no tienes ni una escritura. Dicen por ahí que no hay mal que más de cien años dura. Pero ahí sigue mi exsuegro, que no pisa sepultura".