Marc Márquez apurará hasta el final el ser piloto del Repsol Honda. Pese a que ya ha debutado con el Gresini Racing en los test de Valencia, hasta el 31 de diciembre se debe a la fábrica japonesa por contrato. Si bien le dejaron subirse en el Circuito Ricardo Tormo a su nueva montura, Márquez no pudo hablar ante los medios para explicar sus primeras sensaciones. Eso sí, hay a veces que las miradas y los gestos hablan por sí solos. En el caso de Marc, es justo lo que ocurrió al bajarse por primera vez de su nueva moto.
Aunque Márquez ya tenga la mente puesta en el 2024, tiene en el tintero varios actos protocolarios con Honda durante este mes de diciembre. El catalán siempre se ha mostrado muy agradecido a la marca japonesa, y en ningún momento le será incómodo vestir de nuevo sus colores para eventos concretos. Tampoco lo fue durante el fin de semana en el Gran Premio de Valencia. Unos días que se caracterizaron por la intensidad que existía en el paddock por varios motivos: desde la batalla por el Mundial hasta el hecho de ser el último fin de semana de Márquez con Honda.
Márquez siempre se ha caracterizado por ser una persona muy cercana a sus fans. Cada Gran Premio hay infinidad de imágenes suyas atendiendo a muchos aficionados: firmas de cascos, botas, fotos, conversaciones, pedidas de mano y un largo etcétera. Durante el fin de semana de Valencia, además, tuvo una visita muy especial. Un niño pequeño que debe ser fan absoluto de un Márquez que le hizo un tour inolvidable.
Sin ningún pudor, Márquez coge al niño y, tras hablar y jugar un poco con él, le sube a su moto. La imagen es entrañable, ya que no llega a los manillares, aunque lo intenta con la emoción que corresponde. La cara de felicidad que muestra el joven aficionado es una de las cosas que Márquez más agradeció en el que fue, sin duda, uno de los fines de semana más complicados de toda su vida.