Ascendió los 6.000 metros empleando únicamente sus manos y sólo se ayudo de una silla de ruedas en las pendientes más suaves. "Físicamente supuso un gran desafío porque escalé casi todo el tiempo sobre las manos, lo que me generó una enorme tensión en los hombros", dijo el protagonista. "Los dedos sangrantes y las ampollas valieron la pena", añadió.
Una verdadera hazaña, especialmente teniendo en cuenta su situación física. Estuvo un año entrenándose a conciencia y tardó una semana en alcanzar la cima más alta de África.
Spencer West, que estuvo acompañado en el trayecto de sus dos mejores amigos, ha conseguido recolectar con esta misión 500.000 dólares canadienses que donará a Free The Chidren, oenegé que se encarga de hacer llegar agua potable a ciertas poblaciones de Kenia.