Sobre todo porque el equipo lleva, concretamente, desde el 28 de octubre de 2012 sin ganar en casa. Ese día le ganó por la mínima al Lugo y, desde entonces, han pasado catorce equipos por Chapín sin que los azulinos hayan sido capaces de vencer: diez derrotas y tres empates, ese es el balance exacto. O sea, que es más acertado voltear el sentido y decir que el Xerez se encuentra en esta situación por su incapacidad para ganar en general, y para hacerlo ante su público en particular.
"A los jugadores les falta soltarse", añadió el técnico de Sanlúcar. Cierto es que han vivido unos días desagradables, pero si hay algo que el conjunto azulino ya no tiene es presión. De hecho, la intensidad no apareció ni cuando el plantel aún tenía opciones de salvarse.
Y es que Chapín no sirve como excusa porque lo que se vive en el estadio jerezano es todo a pequeña escala. Unos 2.000 espectadores se dan cita en el campo y, si bien ya no hay aliento para los jugadores, las protestas tampoco tienen una fuerte relevancia.
Pensarán los xerecistas, pues, que la verdadera losa es la que tienen que soportar ellos cada fin de semana. No sorprende a nadie que el Xerez, a estas alturas, deambule por el césped. Lo sorprendente, por inusual, fue que saliera tan enchufado en Montilivi justo una semana después de que el descenso se convirtiera en una realidad matemática.