Como ya van conociendo la mayoría de futbolistas profesionales en ninguna liga del mundo se paga como en la Premier. De hecho, cualquier equipo de la zona media de la tabla es capaz de pagar traspasos millonarios por un jugador y ponerle un sueldo de estrella. Algo que ya no ocurre en España, por ejemplo.
Precisamente por los activos que posee, creo que la actual temporada en la Premier League ha sido demasiado mediocre desde el punto de vista deportivo. De esa mediocridad se escapan, obviamente, las grandes estrellas como Van Persie, Mata, Suárez, Michu, Benteke, Lukaku y bastantes más.
Pero a nivel global, pocos equipos han cumplido con sus expectativas. Ni por arriba ni por abajo. Hacía ya tiempo que los ingleses no recordaban una liga tan decidida en la última jornada como la de este año. Antes del último partido ya se conocía el campeón (Manchester United), el segundo (City), los tres de Europa (Chelsea, Arsenal y Tottenham) y los tres descendidos (Wigan, Reading y QPR). Un fracaso en cuanto a emoción.
Podríamos decir que a excepción del Manchester United, el resto de equipos no pueden presumir de haber realizado una gran temporada. El equipo de Fergusson tampoco es que haya sido una apisonadora, simplemente aprovechó la irregularidad de City y Chelsea para ganar la liga con mucha antelación.
Bajando en la tabla, el Manchester City de Roberto Mancini ha sido uno de los fracasos más sonoros. Un equipo hecho a golpe de talonario (es el que más paga en sueldos) y que solo ganó la Community Shield. No inquietó nunca al United, hizo el ridículo en la Champions (último de grupo), perdió la final de Copa ante el Wigan (descendido) y cayó en la Capital One en tercera ronda ante el Aston Villa. Todo con una plantilla con Silva, Touré, Tévez o Agüero.
El Chelsea se tuvo que encomendar al criticado Rafa Benítez para que les salvara el tipo y ganar, al menos, la Europa League. Di Matteo comenzó una temporada en la que el actual campeón de Europa optaba a ocho títulos y solo levantó uno.
El Arsenal y el Tottenham sí que han cumplido. Pero poco más. Bien en liga y mal en las copas, ambos. Otro equipo que apareció nunca entre los primeros puestos fue el histórico Liverpool, aunque quizás tenga una excusa: cambió su entrenador y su estilo de juego con Brendan Rogers. En una temporada de transición, los directivos tuvieron paciencia con él ya que terminó séptimo con jugadores como Suárez, probablemente el mejor de liga (mordisco aparte), Coutinho, Gerrard…
Y lo que ocurrió en la zona baja de la tabla es lo más ilustrativo. Reading y QPR descendieron con mucha antelación. Dos situaciones muy diferentes. El Reading es el presupuesto más bajo de la Premier y era algo que entraba en sus planes.
Lo del Queens Park ilustra el mayor fracaso del año en Inglaterra. Es un equipo que tiene todo el dinero que quiere y no lo sabe invertir, lo que provoca que los representantes los engañen cada vez que fichan. Se gastó casi 25 millones de libras solo en invierno en fichajes que no sirvieron de nada, como Samba o Remy. En el caso del central, ex del Anzhi, con un sueldo extratosférico de 100.000 libras a la semana (en un equipo de la zona baja).
La última plaza de descenso fue para el Wigan de Roberto Martínez, un modesto que llevaba 8 años en la elite y que levantó días antes su primer título, la FA Cup. A pesar de exponer un juego más vistoso que sus rivales por el descenso, pecó de una tremenda fragilidad defensiva y eso le condenó.
Muy cerca de ellos quedó el Newcastle, otro equipo pensado para luchar por Europa, que terminó pidiendo la hora. Otro ejemplo de mucha inversión y poco orden.
En una liga tan mediocre también hubo hueco para algunas sorpresas positivas. El Swansea de Laudrup, con su juego alegre y españolizado, ganó la Capital One y no pasó apuros y el West Brom de Steve Clarke estuvo siempre de la mitad para arriba sin tener una plantilla sobrada de recursos.
Algo tendrá que cambiar en la política de los clubes ingleses para conseguir que el dinero se traduzca en rendimiento.
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