Un policía y otro exagente de la institución fueron detenidos hoy bajo sospecha de haber participado el último 18 de abril en el asesinato de ocho integrantes de un grupo ultra del Corinthians, uno de los clubes de fútbol más populares de Brasil, informaron las autoridades.
El Departamento Regional de Homicidios y de Protección a la Persona señaló que uno de los hinchas muertos debía dinero por tráfico de drogas al exagente de la Policía Militarizada Rodinei Silva, preso en este jueves junto a un policía implicado en el caso en la ciudad de Carapicuiba, región metropolitana de Sao Paulo.
Silva tiene antecedentes judiciales por vínculos con el narcotráfico.
El nombre del policía que fue detenido junto a Silva no fue informado por las autoridades, que confirmaron la existencia de más órdenes de prisión contra otros sospechosos del múltiple asesinato, incluso agentes policiales.
La Policía Civil, encargada de las investigaciones, había señalado poco después de la matanza que los asesinatos fueron ordenados por un comando del crimen organizado "que actúa dentro y fuera de las prisiones del estado de Sao Paulo".
La matanza sucedió frente a la sede del grupo, llamado Pavilhão Nove y ubicado en la región central de Sao Paulo.
De acuerdo con las autoridades, tres hombres armados irrumpieron en la sede del grupo ultra y mataron a tiros a las ocho personas, con edades entre 19 y 38 años, por un supuesto ajuste de cuentas relacionado con drogas, puesto que dos de las víctimas tienen antecedentes por narcotráfico.
Algunos testigos que consiguieron huir del lugar relataron que los tres hombres armados no usaban máscaras y, en principio, se identificaron como miembros de la Policía.
Siete víctimas murieron en el acto y la octava, que resultó herida, trató de huir, pero cayó al suelo en una gasolinera cercana y fue trasladada al hospital de las Clínicas, donde murió.
La matanza se produjo un día antes del derbi con el Palmeiras por una de las semifinales del Campeonato Paulista, que terminó el último domingo con título para el Santos.
Entre las víctimas estaba uno de los barras brava que estuvo preso en Bolivia en 2013, junto a otros once hinchas del equipo, acusados de la muerte de un menor de catorce años alcanzado por una bengala lanzado por los brasileños durante un partido de la Copa Libertadores de ese año frente al San José de Oruro.