El Liverpool conmemora hoy el décimo aniversario de su quinta "Copa de Europa", un título logrado por penaltis en una final inolvidable, en la que el conjunto dirigido entonces por Rafa Benítez remontó un 3-0 en contra para igualar el choque y forzar la prórroga frente al Milan de Carlo Ancelotti.
Aquella final de claro acento español, tanto por varios jugadores del Liverpool y su entrenador, como por el equipo arbitral encabezado por Manuel Enrique Mejuto González, vuelve hoy a la memoria cuando Benítez y Ancelotti pueden "rivalizar" de nuevo, en este caso por un banquillo en Madrid.
Diez años después del partido jugado en el estadio Ataturk de la capital turca, el Liverpool quiere revivir hoy parte de su glorioso pasado recordando lo que ha llamado "el milagro de Estambul", forzado en parte por un jugador emblema como Steven Gerrard, al que acaba de rendir su homenaje de despedida.
Y es que aquel partido hizo realidad buena parte de los tópicos del fútbol y demostró esa grandeza que va más allá de los 90 minutos.
Nadie, ni los 20.000 que ataviados de rojo allí presentes dejaron de animar al Liverpool, imaginaron que aquel equipo sería capaz de igualar el 3-0 que en 43 minutos le endosó el Milán de Maldini, Kaká, Pirlo y Shevchenko.
Sin apenas colocarse en el campo, un derechazo de Maldini puso el 1-0 para un equipo que buscaba entonces su séptima Copa de Europa. Hernán Crespo acercó un poco más el trofeo a Milán al culminar una contra en el minuto 38 y Kaká, después madridista, creyó resolver la final a dos minutos del descanso.
Pero la arenga de Benítez en el vestuario y la fe de un once liderado por Gerrard, que jugó con Dudek en la puerta junto a Finnan (Hamann, min.46), Hyypia, Carragher y Traoré en defensa; Kewell (Smicer, min. 23), Xabi Alonso y Riise en el centro del campo y un ataque con Luis García y Baros (Cissé, min. 85) desmontó la lógica de un deporte que no deja de ser un juego.
Un cabezazo de Gerrard en el minuto 54 y un gol de Smicer en el siguiente ataque del Liverpool hicieron pensar que todo era posible y realmente lo fue.
Un penalti de Gattuso sobre Gerrard lo confirmó. Xabi Alonso se encargo de batir a Dida, aunque éste paró el balón en principio, y el 3-3 invitó a una prórroga que obligó a los penaltis en los que el Liverpool fue mejor (3-2).
Hamann, Cissé y Smicer anotaron para el equipo de Anfield, que tuvo el fallo de Riise, mientras Tommasson y Kaká fueron los únicos que acertaron para el Mián. Serginho y Pirlo erraron antes de que Shevchenko fallara también en el tiro decisivo.
Hoy, una década después, el Liverpool quiere recuperar aquel espíritu de Estambul para encarar la próxima temporada en la que volverá a estar en la Liga Europa, gracias al sexto puesto en el que ha terminado esta temporada.
Ayer, en la despedida de Steven Gerrard del fútbol inglés, "los reds" encajaron su peor derrota liguera desde 1954, al perder 6-1 ante el Stoke City.
Una parte del Britannia Stadium entonó el nombre de Rafa Benítez, actualmente en el Nápoles, un técnico que hace veinte años salió del Real Madrid para crecer y que en unas horas podría incluso relevar a aquel entrenador al que hoy hace una década privó del mayor trofeo para un club en Europa.