El hombre más poderoso de la Concacaf, Jeffrey Webb, que desde llegó a la presidencia, el 23 de mayo del 2012, se propuso lavar la imagen de la entidad y quitarle algunas manchas de corrupción, hoy fue conducido desde la habitación de un lujoso hotel suizo para pernoctar en una comisaría de Policía.
Webb, nativo de Islas Caimán, y otros seis directivos fueron detenidos a pedido de la fiscalía de Nueva York que investiga supuestos casos de sobornos y comisiones en la FIFA por más de 100 millones de dólares, desde 1994 hasta hoy.
El caimanés surfeó y alcanzó la cresta de la máxima ola en su carrera gracias a su mentor Jack Warner, que como viento le sopló a su favor.
Webb, de 50 años, sin más experiencia con el fútbol que haber sido presidente de la insípida federación de su país, se encontró de inmediato con un informe del exfiscal de Nueva York Michael García que refleja los graves problemas dentro de la Concacaf.
Warner renunció a la presidencia de la Concacaf cuatro años atrás en medio de escándalos de corrupción y su sucesor parece estar marcado por una historia similar.
Desde que llegó a la presidencia, Webb había insinuado disposición para aplicar reformas y transformaciones dentro de la Concacaf, pero su discurso no ha salido del papel.
Tampoco ha encontrado fuerza para producir resultados desde otros dos cargos que mantenía, al menos hasta hoy: el comité ejecutivo del Comité Normalizador de la Unión Caribeña de Fútbol (CFU) y la presidencia de la Federación de Fútbol de las Islas Caimán (CIFA).
La Concacaf, horas después de desatarse el escándalo en Zúrich, pareció no esperar por su presidente y optó por designar al hondureño Alfredo Hawit fue nombrado hoy presidente interino.
Hawit, que ocupaba actualmente la vicepresidencia de la Concacaf para Centroamérica, ocupará la presidencia hasta la celebración de nuevas elecciones.
La fiscal general de Estados Unidos, Loretta E. Lynch, detalló que los acusados planearon parte de su actividad delictiva durante reuniones celebradas en Estados Unidos, además de usar el sistema bancario de este país para distribuir el pago de los sobornos.