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La nueva encrucijada de la FIFA

Olga Martín / EFE

La inesperada renuncia de Joseph Blatter cuatro días después de ser reelegido presidente para un quinto mandato abre una nueva encrucijada para la FIFA y una etapa llena de incógnitas, en la que la organización debe moldearse otra vez.

La carga de energía que Blatter puso a su mensaje despedida del Congreso el paso 30 de abril en Zúrich no hacía presagiar ni por asomo un desenlace semejante a 17 años mandato. Incontestable en las urnas, pero cuestionado fuera del universo en el que la FIFA parece haber vivido desde hace años.
Ajeno al escándalo y con la sonrisa que apenas deja de mostrar en público, Blatter (79 años) agradeció entonces a las 209 asociaciones que forman la FIFA el tremendo gesto de confianza que supuso su reelección. Con ella también se escenificó el desprecio por la oferta de renovación que representaba su único rival, el príncipe jordano Ali bin Al-Hussein.
"Asumo mi responsabilidad, pero nadie es perfecto", llegó a decir Blatter después de que su oponente retirara la candidatura al saber que el suizo logró 133 votos frente a 73 en la primera votación.
Este resultado restó fuerza y rebajó las voces que pedían su marcha después de la detención de siete de sus directivos dentro de la investigación de la Fiscalía de Estados Unidos.
Quizá la voz más fuerte fue de alguien ajeno al mundo del fútbol. "Utilizaron sus posiciones de confianza para solicitar sobornos a cambio de los derechos comerciales, y lo hicieron una y otra vez, año tras año, torneo tras torneo", denunció Loretta Lynch, fiscal general de Estados Unidos al lado del director del FBI, James Comey.
La frase sonó a golpe definitivo, pero hasta este martes no lo fue, porque la imagen y la forma en que Blatter jaleó a todos, los que le votaron y los que no, -"Vamos juntos, vamos FIFA"-, parecía haber dado esquinazo hasta el FBI y al escándalo más grande de todos con los que ha convivido y son muchos.
Hoy, cabizbajo como nunca, y después de que apareciera el nombre de su secretario general en las pesquisas, ha tenido que decir adiós y vaciar un despacho que ocupa desde 1998.
Nada más anunciar su renuncia desde la propia FIFA ya se ha empezado a hablar de cambio. El presidente de su Comisión de Auditoría y Conformidad, el jurista Domenico Scala, ha orientado sobre las fechas del Congreso Extraordinario para la elección del sustituto de Blatter. Será entre diciembre y marzo de 2016.
Ha hablado de cambiar la estructura de la organización. De limitar los mandatos presidenciales y los de los miembros del Comité Ejecutivo, de modificar la forma en la que sus integrantes son elegidos y de hacer pública la compensación que se percibe por estos cargos.
Casi a modo de reproche Scala ha recordado que las Confederaciones rechazaron una propuesta sobre comprobar la integridad de los integrantes de su Ejecutivo.
Transparencia, renovación, limpieza son términos que no han dejado de escucharse estos días en una FIFA "tocada", que tiene ya algunas claves para diseñar su futuro, al margen de las investigaciones abiertas. El puzzle está por completar.

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