La aparición de una esvástica sobre el césped del estadio donde Croacia recibió a Italia el sábado en partido oficial ha sido el último ejemplo de cantos y símbolos fascistas en el fútbol croata, ante la indiferencia de políticos y directivos de la Federación.Vesna Benardic
El escándalo, para el que todavía no se han encontrado responsables, es todavía mayor porque ese encuentro, clasificatorio para la Eurocopa de 2016, se jugó con las gradas vacías como castigo de la UEFA a los cantos pronazis coreados por los aficionados croatas en partidos anteriores.
"Nos disculpamos ante todos los espectadores, ante los visitantes de Italia y ante los jugadores de ambas selecciones por el símbolo nazi en el césped de Poljud", comunicó después del partido la Federación Croata de Fútbol (HNS).
Aunque la Policía no ha publicado todavía los resultados de la investigación, parece que alguien dibujó el símbolo nazi vertiendo un líquido que quemó la hierba.
La HNS ha calificado lo sucedido de "sabotaje y acto criminal", y su presidente, el exmadridista Davor Suker, ha manifestado su indignación: "Espero que los "hooligans" no triunfen".
También el Gobierno y la presidenta del país, la conservadora Kolinda Grabar-Kitarovic, han denunciado el incidente y los daños ocasionado al fútbol y al prestigio del país.
Grabar-Kitarovic ha reconocido que el fútbol de su país "tiene un serio problema con los hinchas violentos".
La UEFA aún no se ha pronunciado oficialmente, aunque en Croacia temen que el nuevo incidente pueda tener consecuencias.
"Espero que la UEFA no expulse a Croacia de las clasificaciones (para la Eurocopa), aunque no podemos estar seguros de que eso no va a suceder", comentó el analista Robert Matteoni, del diario "Sportske Novosti".
Según datos de la televisión pública HTV, la Federación croata ha tenido que pagar en los últimos cinco años más de 700.000 euros en sanciones debido a diversos tipos de incidentes en los estadios.
La más reciente multa, de 55.000 euros, además del castigo de jugar sin público ante Italia, se debió a las consignas ustashi (los nazis croatas durante la II Guerra Mundial), coreadas por la grada en el partido con Noruega del pasado marzo.
La presidenta del país, que asistió a aquel partido, se limitó a comentar luego que "el partido fue magnífico" (5-0 para Croacia), pero sin condenar los cánticos fascistas.
Mucho más consecuente fue su antecesor, Ivo Josipovic, que dejó de acudir a los partidos en protesta porque la HNS no reacciona de forma contundente contra el extremismo y el racismo.
Cuando el futbolista croata Joe Simunic fue castigado por la FIFA a diez partidos sin jugar por gritar el lema ustashi al final de un partido en 2013, la Federación croata no sólo no sancionó al jugador sino que presentó un recurso.
"Es muy ofensiva esa ausencia de condena. Estuve en las gradas en ese partido. Entre el 60 y el 70 por ciento de los espectadores coreaba esa consigna, pero los organizadores no reaccionaron ni un sola vez", denuncia el sociólogo Drazen Lalic.
El propio Suker acudió en 1996, cuando ya jugaba en el Real Madrid, a visitar la tumba de Ante Pavelic, el jefe del Estado croata aliado con los nazis.
"Ahora pronuncia condenas, pero algunas cosas no pueden borrarse, tenemos consecuencias...", comenta Lalic.
Muchos analistas consideran que, aparte de la ideología radical de muchos aficionados croatas, sucesos como el de la esvástica pueden buscar perjudicar a la HNS y a Suker, dentro de una guerra interna por el control del fútbol croata.