El clásico liguero Oporto-Benfica de este domingo esconde un interesante duelo particular, el del español Íker Casillas contra el brasileño Júlio César, dos legendarios y laureados guardametas que vinieron a Portugal para revivir nuevos éxitos en la recta final de sus carreras.Miguel Conceição
Ambos curtidos en mil batallas, ambos campeones de la Liga de Campeones y los dos treintañeros, Casillas y Júlio César se miden por segunda vez en sus dilatadas trayectorias, dos años y medio más tarde de su único encuentro: la final de la Copa Confederaciones (con victoria de Brasil ante España, por 3-0).
Ahora, en vez del majestuoso Maracaná de Rio de Janeiro, el escenario del reencuentro será el moderno estadio Do Dragao de Oporto el que ponga frente a frente a dos de los mejores porteros de la última década.
Después de los Real Madrid-Barcelona que disputó durante 16 temporadas, Íker Casillas, de 34 años, vivirá este domingo su primer gran clásico en Portugal a servicio del Oporto.
Una vez superado el particular calvario durante sus dos últimos años en Chamartín, el capitán de la selección española optó por el club norteño seducido por su entrenador, el español Julen Lopetegui.
Su objetivo: recuperar el cariño unánime de los aficionados de un gran club y continuar brillando en la Liga de Campeones, torneo que venció en tres ocasiones (2000, 2002 y 2014).
Casillas, dolido por sus periodos de suplencia en el Real Madrid y las críticas de una parte del Santiago Bernabéu, ha empezado a recuperar su autoestima al calor de un vestuario y una dirección que le profesan respeto y de una hinchada cariñosa y entregada.
Hasta el momento, le han marcado dos goles en Liga y otros tantos Europa, en el empate del miércoles frente al Dínamo de Kiev (2-2), choque en el que ha recibido algunas críticas por su posicionamiento en el segundo tanto ucraniano.
No obstante, también ha dejado muestras de su agilidad bajo palos, como en un duro remate en el propio partido ante el Dínamo.
Falta de autoestima también era el problema de Júlio César, de 36 años.
Aunque llegó un año antes que Casillas al fútbol luso, su fichaje por el Benfica en el verano del 2014 sucedió cuando venía de una dolorosa experiencia psicológica, después de la hecatombe del mundial de Brasil, torneo en el que recibió siete goles en la semifinales ante Alemania (1-7).
Júlio César había disputado esa competición después de haber militado en el 2014 en el Toronto de Canadá, cedido por el Queens Park Rangers inglés.
Como él propio reconoció, llegó a entrenarse con su hijo en los parque de Toronto para estar listo para aquel mundial.
No obstante, la temporada pasada empezó su particular rehabilitación futbolística.
Se convirtió en uno de los jugadores claves para llevar al Benfica a su trigésimo cuarto título liguero. Su buena colocación y serenidad se tradujo en 9 goles encajados en 23 partidos.
En el mano a mano, Casillas supera a Júlio César en número de títulos internacionales.
A las tres Ligas de Campeones del español, frente a una del brasileño (2010, con el Inter de Milán), se suma el mundial del 2010 y los campeonatos europeos del 2008 y el 2012 conquistados por Casillas.
El español detenta además más distinciones individuales que el brasileño, pues la Federación Internacional de Historia y Estadísticas del Fútbol (IFFHS) consideró a Casillas el mejor portero del mundo entre el 2008 y el 2012.
Tanto Íker Casillas como Júlio César siguen la tradición de porteros prestigiosos y veteranos que dieron un último empuje a sus carreras en Portugal.
El danés Peter Schmeichel, que firmó por el Sporting de Lisboa en 1999 procedente del Manchester United, y Michel Preud'homme, icónico guardameta belga que marchó al Benfica en 1994, fueron los precursores.