Medio día después de ganar el título del Apertura 2016, los Tigres del fútbol mexicano han amanecido hoy rendidos ante el portero argentino Nahuel Guzmán, quien detuvo tres penaltis consecutivos en la final, y luego quitó importancia al hecho al asegurar que los había adivinado.Gustavo Borges
Anoche, en las últimas horas de la Navidad, los 'felinos' del entrenador brasileño Ricardo Ferretti le ganaron al América de manera milagrosa cuando su volante con nombre de Mesías, Jesús Dueñas, hizo un gol de último minuto y provocó la serie de penaltis que convirtió a Guzmán en algo cercano a una divinidad local.
En un partido que se le fue de la mano al árbitro, los Tigres llevaban la peor parte y estaban a punto de ser derrotados, pero en el último minuto de la segunda prórroga Dueñas aceptó un pase de Jurgen Damn y convirtió de cabeza para poner el 1-1 que dio la vuelta a la final.
La catarsis fue homérica y acabó cuando Ferretti llamó a sus jugadores para armar la lista de tiradores al arco. Entonces sucedió el antes y después del partido, le preguntó a su portero si quería lanzar el quinto penalti y con aire de nigromante Guzmán le respondió que no porque no habría quinto.
Ferretti lo miró como se ve a alguien en estado de gracia y lo sucedido minutos después confirmó que a Guzmán solo le faltó levitar debajo de los tres palos. Con el esqueleto erguido intimidó al brasileño William Da Silva, al argentino Silvio Romero y al mexicano Javier Guemez y le paró los disparos mientras sus compañeros anotaban tres veces.
Nacido en Rosario en 1986, el año que México organizó la Copa Mundial que hizo inmortal a su compatriota Diego Maradona, el jugador de 30 años es de los mejores porteros de Argentina a día de hoy, integrante de la selección de su país en las dos últimas Copa América y que ha marcado una época en Tigres con dos títulos.
De buena talla, flexibilidad de gato y carácter, es Guzmán un portero que también sabe jugar con los pies y un líder que cree en sí mismo como demostró ayer al advertir a sus compañeros que iba a parar los penaltis decisivos del campeonato.
Sin embargo ese mismo 'monstruo' es un futbolista accesible que en la ciudad de León le regaló sus guantes a un niño admirador y este domingo negó ser el héroe del quinto título de los Tigres.
"Son penaltis y esta vez me tocó adivinar, hemos coronado con sufrimiento", dijo luego de detener los disparos y poner hielo a la euforia del América que ya celebraba el título en el año de su centenario.
Adivinador o no, lo cierto es que esta Navidad Nahuel puso en un segundo grado de atención al semidiós de la liga, el delantero francés André Pierre Gignac, quien si bien anotó uno de los penaltis y fue clave en el título por sus seis goles en la liguilla, en la noche grande caminó a la sombra de Nahuel.
"Cuando las piernas no dieron sacamos el corazón, así ganamos", dijo apurado cuando lo entrevistaron y una vez acabada su labor su prioridad era cargar a su hijo pequeño.
Hoy está previsto el festejo de los campeones en Monterrey; serán vitoreados por decenas de miles de ruidosos seguidores y en el lugar principal del estrado, como en un altar, aparecerá Nahuel Guzmán, quien anoche pareció estrenar un talento de mago para predecir, aunque en realidad su hazaña estuvo más relacionada con algo más mundano, una excelente forma deportiva.