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Todos con el gusanito mecánico

La SD Ejea celebra un gol esta temporada. (Foto: Twitter)
Pedro Bellido

¡¡A ver, los del fútbol boina, tenéis una llamada!! Y así, con naturalidad, como salen las cosas grandes en la vida, bautizamos en el añorado periódico EQUIPO al fútbol regional. Después de ese grito llegó la legislación. “Será fútbol boina toda aquella categoría que se desarrolle en Aragón por debajo de la Tercera División, que será la máxima categoría, esto es, el pitorro”. Comuníquesele oficialmente a nuestro presidente, señor Óscar Flé.

Mañana la Sociedad Deportiva Ejea peleará con ilusión por abandonar el fútbol boina. La capital de las Cinco Villas quiere instalarse en el escalón más modesto del fútbol de bombín. Lo peleará un grupo de amigos liderados por un entrenador cuya máxima expresión de rigor táctico es vestir la misma camisa de franela (algodón 100%, según su madre) durante todos los partidos del playoff.

El gusanito mecánico, conocido así pues su presidente y máximo valedor, Salvador Mateo, es dueño de la famosa fábrica ejeana de snacks Jumpers, está a 90 minutos de la gloria. Y aquí se acaban las bromas. De este artículo y de la verdadera y preciosa historia que aquí nos lleva. La de un formidable equipo dirigido por Néstor Pérez que puede escribir en Cádiz el último capítulo de uno de los (ojalá) ascensos más brillantes, sino el que más, que se recuerde en Aragón. Si cae el Cádiz B será el tercer filial que despedace el Ejea: antes cayeron Rayo Vallecano B y Tenerife B.

En la ida, 1-1. Muy distinto al 2-0 que se llevó el Ejea en los dos primeros partidos del playoff, que le permitió ‘jugar’ en la vuelta con el resultado. Un desgraciado despiste defensivo privó a los de Pérez de viajar a Cádiz de otra manera. Es igual. Quizás así sea mejor. El equipo está obligado a ganar (o empatar a más de un gol) y hoy se ha subido a un AVE con la ambición de traer el ascenso a Ejea. Si es por el convencimiento de la expedición ni siquiera se jugaría el partido: todos creen que van a ganar.

Se lo merece Rafita Santos, que lleva media vida dejándose las rodillas en los pedregales de Tercera. Se lo merece Ramón, que hoy tiene que buscar el gol como busca las matemáticas en su tarada visión del fútbol nacional (esto ya se lo contaré otro día). Se lo merece Nacho Lafita, al que un ascenso honraría la historia de su padre, Ángel, de su hermano, Angelito, y de su tío Javier Villarroya. Se lo merecen De Mesa, Osanz, Rubén, Albero, el marciano Barba, Lucho, Laguarta, Mainz, Rami… Se lo merece Óscar Valero, el capitán, al que tanto vi pelear por jugar en Primera y a fe que lo consiguió, por más que luego las lesiones truncaran una carrera que mañana puede devolverle parte de la miel que le negó.

Se lo merece Ejea. Y empujará desde la pantalla gigante situada en el Parque Central. Se lo merece Salvador Mateo, por su generosa apuesta. Se lo merece la afición, que ha llenado Luchán muchos partidos esta temporada. Y se lo merece el próximo gusanito que vendrá este agosto al mundo. Se llamará Martina Pérez Satizábal. Por ella, la franela. La puesta de sol y los amaneceres. El ascensico.

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